María Paula
En su pregunta se evidenciaba el ser anhelante de un pequeño que decía con firmeza: somos un paquete completo; mi hermana y yo. Miré a la pequeña en mis brazos. Estaba cargando a la hija de una desgraciada escoria. Pero yo no sé quiénes fueron mis padres biológicos… acaricié su mejilla; debe de tener, si acaso, dos años, aunque la veo muy pequeña.
—Tienes muchos tíos y sí, también un papá que los amará.
—Salgamos. —ordenó Julián.
Cuando llegamos a la primera planta, mamá ingresaba a la casa al lado de papá. También era la gerente de los orfanatos. Ella corrió hasta llegar al lado de Samuel y sin dejar de llorar cargó al pequeño llenándolo de besos. El niño miró a Samuel.
—¿Ellos son tus abuelos?
—¿Tengo familia?
Ya no pude más. Me alejé un poco, hasta llegar hasta una pared y me dejé caer sin poder contener las lágrimas, con la pequeña en mis brazos. A mi lado llegó Santos.
—María Paula, mírame, mírame. Respira. —Le hice caso, no sabía que estaba iniciando un ataque de ans