Eugenia María
Habían pasado cuatro días desde que mi mundo parecía saltar de paracaídas cada día. Solo hasta hace dos noches vine a dormir al apartamento. Nos organizamos para los turnos en la clínica. Hoy era mi turno en la clínica en el día. No solo por lo de mi hermano, sino por lo de mi sobrino…
Siendo honesta por los dos. La pequeña Perla, como la llamamos, tenía un cuadro anémico muy complejo. Manuel, como mi sobrino escogió llamarse, también tenía las defensas bajas. Por ellos nos turnábamos en el día y Rubí se quedaba todas las noches. De hecho, ella había pasado todo el tiempo en la clínica.
Nadie había podido hacerla cambiar de opinión. Nos pidieron que le hablemos a Emmanuel como si nos escuchara. Mis padres autorizaron usar el medicamento neuronal de Eros. Estamos esperanzados. En cuanto a los niños… Rubí se había encargado de ellos y de todas las enfermeras y hasta a los mismos pequeños les decía la madre de los niños Villalobos. Y lo más bello es que Manuel y Perla la mi