Ernesto
La rutina desde mi llegada a Italia era; correr varios kilómetros con Niniano y Simone. Los dos hombres de confianza y más barbáricos de Alonso. Después una rutina de boxeo —eso sí me agradaba—, después de una hora iniciaban las clases de lo que fuera, ya sea artes marciales, dominio de arma blanca.
Ese si la hacemos con navajas de madera de lo contrario ya estaría muerto, armas de fuego y en unas semanas inicio clases para aprender a manejar lanchas y helicóptero. No tenía idea para que m****a lo hacían. Pero como diría Eros. Todo lo que nos deje un aprendizaje y conocimiento era un aporte para nuestro currículo personal.
Al menos el saber varios idiomas había sido de ayuda y por ello fui hace dos semanas con Alonso a ese club, la única vez que había salido con él desde mi llegada. Lo hizo para que escuchara las conversaciones con unos árabes. Hablaban en inglés y entre ellos su idioma. Querían traicionarlo.
No sé qué habrá pasado con ellos, solo vi la mirada asesina del mafio