Emmanuel
No hacía ni veinte minutos, se fue Rubí del apartamento, no tenía idea de cómo mierda me sentía. Su mirada mientras se cerraban las puertas del ascensor se clavó en mi alma. Pero, ¿quién la entendía? Ella sugirió no tener compromisos. No era lo deseado, y reconozco lo mucho que me molestó anoche. Lo había pensado tanto, tenía miedo de volver a fracasar, pero, aun así, decidí a dar ese paso, solo que su comentario no sé si fue el correcto. Ahora con lo sucedido hace unos minutos… «Rubí».
—Emma, gracias por todo, voy saliendo.
Casi la llamé Linda, de nuevo, como hace rato, el apodo salió de manera involuntaria y, aunque lo corregí, ya había sido demasiado tarde, Rubí estaba presente… Me levanté del mueble donde había pasado los últimos minutos pensando mientras la ropa de Ana María se terminaba de secar.
Llegué a la ventana. Al mirar a la entrada del edificio, desde el noveno piso vi el auto de mi Pequeña… ¿No se ha ido? —tocaron a la puerta. Quien iba de salida la abrió. Aún n