Amaranta sintió su cuerpo estremecerse ante el roce de Salvatore, y quitó su mano de la de él.
— No me toques, por favor, mantén tu distancia.
Salvatore sintió un estrujón en su corazón, y retiró su mano.
— Discúlpame, no volverá a pasar.
— Los niños ya saben que eres su padre, ¿Por qué se los dijiste?
— No fui yo, ellos simplemente me lo dijeron y ya, yo jamás hubiera hecho algo sin tu consentimiento.
Amaranta miró a sus hijos jugar y miró a Salvatore.
— Necesitamos arreglar lo de la identidad de los niños, y yo, necesito los papeles del divorcio firmados por ti.
— AmiCris, podemos hablar de eso en otro momento, por favor, ahora quiero que salgamos a dar un paseo en familia. ¿Vamos?.
— ¡Siii mamá! Siii por favor vamos quiero que mis nuevos amigos vean que si tenemos papá y que no solo tenemos padrino. — Expresó muy emocionada una Aroa.
— Está bien mis amores, será hoy por qué mañana tenemos que regresar a casa.
— ¿A Islandia? ¿Y por qué no nos quedamos aquí? Mamá, allá no tenemos pri