Narra Castro
—Este caso se pone cada vez más complicado… ¿Por qué una empresa querría asesinar a esas dos personas? —pregunté mientras miraba la carretera.
Jason, con la vista fija en el volante, me lanzó una mirada rápida antes de responder:
—No lo sé. No tenían dinero, tampoco eran personas influyentes. Pero siento que hay algo que nadie nos cuenta. Y lo peor… aún no tenemos un sospechoso claro.
—Mañana a primera hora vamos por ese tal Clarence. No fue a trabajar y tampoco estaba en su casa las dos veces que fuimos. Algo en él no encaja —repliqué con firmeza.
Al llegar a la comisaría, lo único que quería era recoger mis cosas e irme a casa con mi esposa.
Pero entonces escuchamos la voz de Lizzie desde su escritorio:
—Chicos, vengan a ver lo último… un chisme potente.
Jason bufó y negó con la cabeza.
—Linda, los chismes no están en nuestra lista de prioridades.
—Este sí — contesto.
Al ver el brillo en los ojos de Lizzie— ¿De qué se trata?—Pregunte.
—De Kendall