Narra Ethan.

Me estacioné frente al hospital y apagué el motor. Antes de salir del auto, abrí la laptop que llevaba en el asiento del copiloto. Había instalado cámaras diminutas y un micrófono dentro del juego de joyas que le regalé a Brittany. Estaba seguro de que estaba involucrada en el atentado, pero no podía actuar sin pruebas. Y el único testigo directo… ya no estaba con vida.

Accedí al sistema en tiempo real. Las grabaciones comenzaron a cargar. La vi probándose las joyas. Se las puso, pero solo por unos minutos. No más. En cuanto me fui se las quitó con rapidez, las guardó en su caja y desapareció del ángulo de visión.

Fruncí el ceño.

—¿Por qué se las quitó tan rápido? ¿A dónde fue después? ¿Descubrió las cámaras?

No había más audio, ni más imágenes comprometedoras. Nada útil. Todo parecía medido… calculado.

Cerré la laptop con fuerza, frustrado. Mi intuición me decía que Brittany se había dado cuenta de todo. No era tonta, y si sospechaba de mí, entonces estaría a