Cristian se incorporó lentamente. Respiró hondo, tratando de contener la furia que comenzaba a hervirle en la sangre, y preguntó con voz grave, cargada de amenaza:
—¿Por qué Julia estaba en tu auto?
Lili bajó la mirada, apretando con fuerza un pliegue de su vestido. Sus labios se entreabrieron, buscando una respuesta, pero antes de que pudiera pronunciar palabra...
—Julia pidió su auto prestado —interrumpió Klaus con firmeza. Su tono dejaba ver claramente que no estaba de humor para interrogatorios.
Cristian no replicó, pero sus ojos destellaron con rabia contenida.
—Lamento todo esto —dijo Kendall, con una calma que contrastaba con el caos del momento—pero no es culpa de nadie. Fue un accidente, nada más.
Se miraron fijamente por unos segundos, y Cristian pareció no encontrar qué decir.
—Nosotros regresaremos a casa —anunció Klaus, con autoridad—. El oficial iniciará la investigación. Me darán todos los detalles y luego te los haré llegar.
Giró para marcharse, pero se