La vida secreta de mi secretaria
La vida secreta de mi secretaria
Por: Luna Nova
I. Buenos días a tí también, Secretaria Monroe

Estoy muy tranquilo en el mundo de los sueños, cuando una repentina luz, que apuñala mi cerebro, me hace salir a la fuerza de mi merecido descanso.

- ¿Qué diablos?- comienzo a protestar completamente cabreado, porque además de la claridad, escucho un sonido de cajones abriéndose y cerrándose con fuerza, sin la más mínima consideración conmigo, un hombre que se ha pasado la noche entera en un club nocturno bailando y bebiendo y que necesita dormir, de preferencia, todo el día de hoy.

Pero no tengo que abrir los ojos para saber quién es la causante de todo, mi m*****a secretaria, la señorita Monroe, no sé qué inquina personal tiene esa mujer contra mí, pero juro que me odia.

Ya resignado a que no voy a poder dormir, abro finalmente los ojos y me incorporo como puedo, porque el dolor de cabeza me está matando y esta es la principal causa por la que no es bueno beber, no por la salud de tu cuerpo, ni nada de eso, sino porque al otro día, la resaca es horrible. Solo que cuando se te pasa, se te olvida.

No veo a la secretaria Monroe en mi gran cuarto, con estilo industrial y moderno, al igual que todo mi apartamento y yo diría que casi todas las construcciones, aquí en Manhattan, se hacen así, mucho acero, cristal por todas las ventanas y decoraciones simples y atemporales.

Pronto aparece la causante de la mayoría de mis males, sale de mi vestidor, con ese traje gris ejecutivo impecable, su pelo rojo recogido en un rígido moño bajo y sus característicos lentes de montura dorada, a través de los cuales se reflejaban sus ojos verde botella.

Esa actitud de que nunca se equivoca y siempre tiene todo bajo control, la muy santurrona.

- Tiene una reunión importante, hoy a las 11 de la mañana con un potencial socio, así que le sugiero que deje de mirarme con cara de odio y se prepare rápido para ir a la empresa- comienza a decirme de sopetón, sin unos buenos días ni nada, a veces me pregunto quién es el jefe de quién- Ya el traje que puede usar hoy está separado en el vestidor, lo espero afuera, por favor no demore.

- !Buenos días a ti también, secretaria Monroe y gracias por abrir mis cortinas tan amablemente! - le grito a su espalda cuando sale de mi habitación, sin ni siquiera darme la oportunidad de hablar.

Recuerdo que es cierto que hoy tengo una reunión súper importante. No quiero que nadie piense que soy un irresponsable en el trabajo, para nada, no mires esa actitud despreocupada que mantengo durante las noches, en mis momentos de ocio, cuando es tiempo de ser el responsable y exitoso Alan Kingsley, Presidente Ejecutivo de StellarTech Solutions, hago mi trabajo con seriedad y dedicación.

Nuestra empresa es líder en el sector de la tecnología y el software, con su principal cede en Manhattan, New York.

Es muy reconocida por su enfoque innovador y su capacidad, para desarrollar soluciones tecnológicas de vanguardia.

Puedo decir con orgullo que la he hecho crecer y alcanzar un nuevo nivel, después de que mi padre, forzosamente, me la heredó.

Y digo forzosa, porque casi no esperó a que cumpliera los 18 años, para auto jubilarse e irse con mi madre adoptiva, según ellos, a vivir su vida por el mundo.  

Ajustándome la corbata, me miro en el espejo, para darme los últimos retoques. Debo decir que me considero un hombre bastante guapo, altura de 1.85 cm, cuerpo no excesivamente fuerte, pero con músculos trabajados y definidos, pelo ondeado castaño oscuro y los ojos color avellana, de mi madre.

Además, joven de 28 años y millonario, creo que en definitiva, estas últimas eran mis mejores ventajas y si no, pregúntales a todas las mujeres que querían trepar a mi cama por el dinero.

Saliendo finalmente de mi habitación, no con mucho ánimo que digamos, porque aún no he tomado nada para el dolor de cabeza y tengo el estómago revuelto, me encuentro con mi secretaria, que le está dando instrucciones al ama de llaves sobre como debe llevar algunas cosas de la casa.

Y sí, la secretaria Monroe, no solo maneja los asuntos de mi empresa, sino que prácticamente tiene más control sobre mi vida, de lo que hubiese tenido la madre que me parió.

Si algo debo decir a su favor, es que es extremadamente talentosa, profesional, hábil y que me conoce a la perfección, porque ha sido la única secretaria que he tenido desde que comencé a dirigir mi compañía.

Ella era un poco mayor que yo, de unos 23 años en aquel momento y no era tan genial cuando empezamos, a como es ahora, pero nunca, en tantos años, ha cometido ningún error imperdonable, así que por eso la aguanto, no me queda de otra.

- En la mesa del comedor está el desayuno- me dice de repente, interrumpiendo un momento su conversación con mi ama de llaves, para luego acto seguido continuar.

Esta es otra de las peculiaridades que me insultan de esta mujer, ella dice lo que quiere decir y punto, se gira a otra cosa, ¿y la respuesta de protesta que tengo que darle?, ¿y el sarcasmo que le tengo preparado?

Solo cuando estamos en la empresa y estoy en modo Presidente Ejecutivo es que se comporta como una verdadera secretaria, el resto del tiempo, hace lo que le venga en ganas.

Voy al comedor y sobre la amplia mesa de cristal y acero negro, para seis personas, encuentro tapado el desayuno con una charola de plata.

No estoy muy convencido de que pueda comer algo, porque mi estómago está muy malito, pero irse sin desayunar no era la idea. Destapo la charola y me encuentro con unos huevos revueltos con vegetales, unas tostadas integrales con aguacate, un batido de piña y frutas frescas cortadas en un plato.  

Un desayuno nutritivo, balanceado y ligero. Justo lo que necesito ahora mismo. Al lado agua no muy fría y una pastilla que estoy seguro es para el dolor de cabeza. Y nada, esas son las razones por las cuales la señorita Monroe y yo mantenemos por años, esta relación de amor y odio.

¿Dónde puedo encontrar a una secretaria mejor que ella?, No creo que pueda existir.

Capítulos gratis disponibles en la App >
capítulo anteriorcapítulo siguiente

Capítulos relacionados

Último capítulo