II. Secretaria Monroe, es imposible darle vacaciones

Estoy sentado detrás de mi enorme escritorio de madera maciza, en mi amplia oficina, ubicada en el último piso del edificio donde está situada mi empresa.

A mis espaldas, la bulliciosa vida de la ciudad de Manhattan, se desarrolla y la puedo observar con calma, a través de toda la pared acristalada que rodea mi oficina.

Durante la reunión de la mañana hubiese querido quitarme la cabeza y cambiarla por la de otra persona del dolor que tenía, era insoportable a pesar del medicamento que tomé.

Pero nada, todo era mi culpa por pasarme anoche de tragos, así que ahora me tocaba aguantarme.

Tocan la puerta y pido que pasen adelante, continúo mientras tanto revisando unos documentos comerciales, que esperan mi firma de autorización.

Enseguida entra la secretaria Monroe, pero yo sigo en mi trabajo y dejo que ella me diga el asunto que viene a tratar.

- Presidente, ya el director de operaciones redactó el contrato de cooperación, con la compañía de juegos electrónicos para móvil, en la que usted quería invertir, costó un poco más de lo previsto, pero finalmente no se salió del presupuesto, aquí le dejo la copia para que la revise y de la firma final- me explica y asiento con la cabeza indicándole que comprendí.

- También llegarán en unos 10 minutos los dos trajes para la gala de beneficencia de hoy, escoja uno y me dice si le pido también al estilista que venga para que lo peine, o prefiere hacerlo usted mismo- sigue con el siguiente punto en su agenda.

Su voz mecánica, a veces me hace dudar de que sea un ser humano, quizás me ha engañado todo este tiempo y es un robot.

- ¿Qué gala de beneficencia?- le pregunto, porque no recuerdo que tuviese ese compromiso.

- La que organizó su abuela en conjunto con la familia Aron y que va a tener lugar el día de hoy, a partir de las nueve de la noche, en la mansión de los Aron- me explica mirándome a través del cristal de sus lentes, en sus manos su característica agenda electrónica, creo que puede incluso dormir con ella.

- ¿En serio eso es hoy?- le digo pasándome las manos por el entrecejo, lo que menos quiero es tener que ir a una de esas reuniones, llenas de viejos ricachones y solteras estiradas millonarias, queriéndome pescar.

Además de mi abuela, dándome su mismo discurso de siempre, de que ya tengo que sentar cabeza y tener una prometida, para luego casarme y continuar con el linaje de la familia Kingsley.

- Bueno, escoge mi traje del color de tu vestido de noche, me da lo mismo, confío en tu buen gusto- respondo resignado.

- Presidente, recuerde que hoy no voy a poder asistir a acompañarlo- me dice acomodando los lentes en el puente de su nariz.

- ¿Por qué? - Le pregunto sorprendido porque la secretaria Monroe siempre va conmigo a todos esos eventos aburridos y más de una vez me ha salvado de las garras de una de las solteronas arpías.

- Recuerde que le pedí permiso desde la semana pasada, para ausentarme esta tarde, tengo asuntos privados que atender- me explica con paciencia, como a un niño pequeño.

- ¿Asuntos privados?- le pregunto incrédulo, ¿la secretaria Monroe tiene una vida privada?, pensé que vivía en la empresa- ¿Vas al dentista, o al ginecólogo? – le pregunto burlón y no me responde, pero se queda mirando mi cara y puedo jurar que tiene escrita muy claramente: “eres un imbécil.”

- Cof, cof- toso falsamente para disimular mi pesada broma, y es que mi secretaria no tiene ningún sentido del humor- Está bien entonces, cuando traigan los trajes, que los dejen en mi cuarto de descanso- le indico.

Afortunadamente, tengo todo este piso entero para mi comodidad, prácticamente puedo decir que es un Penthouse modificado, porque además de mi oficina, tengo mi sala de reuniones privadas, una sala de descanso y para compartir con socios más informalmente, un cuarto con su baño, con todas las necesidades diarias, por si tengo que quedarme a dormir en las noches, por el trabajo, como tantas veces he tenido que hacer.

Además, está la recepción donde la secretaria Monroe recibe a las personas que tengo que atender y su pequeño, pero acogedor espacio, de una pequeña salita de descanso y una mini cafetería, para que prepare su delicioso café.

- Por último presidente, recuerde firmar mis vacaciones de diciembre- concluye tirándome esa bomba que no me esperaba.

- Secretaria Monroe, recuerdo que usted salió de vacaciones hace poco, ¿por qué me está pidiendo vacaciones nuevamente? – le pregunto incrédulo

- Presidente, mis vacaciones anteriores fueron en diciembre del año pasado y si mal no recuerda usted, las vacaciones de sus trabajadores son todos los años, incluso reglamentariamente, deberían ser dos veces al año y yo salgo solo una – me respondió alzando una de sus pelirrojas cejas naturales.

Y sí, ya sé que parezco un cretino y un explotador capitalista de mi trabajadora, pero de solo recordar el desastre que fue mi vida durante los 15 días, sin la señorita Monroe, siento que quiero irme de vacaciones con ella también y dejar que la empresa se maneje sola, como pueda ese tiempo.

Creo que tengo que pensarlo muy seriamente.

- Si me dejas acomodar algunas cosas, creo que podemos salir juntos de vacaciones, conozco un sitio que…- comienzo a decirle, el loco plan que estoy elaborando sobre la marcha.

- Presidente Kingsley, ¿qué le hace pensar que quiero salir de vacaciones con usted?, ¿no le es suficiente con que tenga que ver mi cara de bruja, como sé que me llama, durante el resto del año?

- “M****a, ¿quién me delató?”- pienso para mis adentros, pero aunque sé, que es muy razonable lo que me está diciendo, aún no dejo de hacer un último intento de plantear mi absurda idea

- ¿De verdad, no tengo ninguna posibilidad?- le digo poniendo cara de gatito abandonado- Puedo portarme muy bien, secretaria Monroe.

- ¿Qué cree?- me responde con otra pregunta y por supuesto sé, que la respuesta es un rotundo NO. Es una mujer sin corazón.

- Bueno, no hay nada que pueda hacer para detenerla, ¿por casualidad un bono extra no servirá, cierto?- la trato de sobornar como un ahogado, que se agarra de cualquier cosa.

Pero me mira sin decirme nada con su cara seria y sé que voy a pasar 15 días en diciembre, como en el infierno- Por favor que la secretaria sustituta, no sea como la última que no sabía nada.

- Trataré de entrenar a esta nueva, con tiempo, aún me quedan meses en el medio- me responde finalmente, luego se despide y supongo que una vez que acomode los traje, se irá a sus asuntos personales, seguro tiene una reunión en su cónclave de brujas.

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