Punto de vista de Rafael
Sabía que era patético. Sabía que inventar excusas para recoger a Mateo de la escuela solo para «accidentalmente» toparme con Teresa era cruzar otra línea más en una lista de líneas que ya había borrado.
Pero no podía contenerme. No podía soltar el control que tenía sobre su vida. No hasta haberla vuelto tan loca como ella me había vuelto a mí.
Mateo charlaba en el asiento trasero sobre su fin de semana conmigo y Belén. Marcos tenía una cita —una que prácticamente le había forzado ofreciéndome a cuidar a su hijo—, y había aceptado recoger a Mateo de la escuela hoy.
Todo para poder estar aquí, en la escuela de la hija de Teresa. Donde tal vez la viera. Donde pudiera recordarle que estaba en todas partes de su vida, supiera o no.
Patético ni siquiera empezaba a cubrirlo.
El patio era un caos cuando llegamos, niños corriendo por todos lados, padres dispersos en el perímetro, maestros intentando mantener el orden. Escaneé la multitud automáticamente, buscando a Te