Punto de vista de Rafael
No habló ni se movió. Solo me miró con esos ojos que veían demasiado.
Estaba a un centímetro. Lo suficientemente cerca para sentir su aliento en mis labios y para ver su pulso saltando en su garganta.
«Teresa…»
Ella cerró la distancia.
Sus labios chocaron contra los míos, y cada pensamiento coherente que había tenido desapareció. Solo estaba ella: su boca moviéndose contra la mía, sus manos aferrándose a mi camiseta, su cuerpo presionándose más cerca.
El beso lo era todo. Desesperado y dulce y perfecto, como algo que había estado esperando toda mi vida sin saberlo.
La jalé más cerca con una mano ahuecando su rostro, la otra deslizándose en su cabello húmedo. Hizo un pequeño sonido contra mi boca, y casi me deshizo.
Cuando finalmente nos separamos, ambos sin aliento, me miró con ojos abiertos.
«Yo… no deberíamos…»
«No». Apoyé mi frente contra la suya. «No digas que no deberíamos. Por favor».
«Pero…»
«Estoy loco por ti». Las palabras salieron antes de que pudier