Punto de vista de Teresa
El día fue raro.
No raro malo, que habría sido normal. Solo… raro.
Rafael estuvo callado. Como, realmente callado. No me había llamado incompetente ni una vez. No me había dado tareas imposibles con plazos imposibles, ni me había mirado con ese asco frío que me hacía sentir de dos centímetros de alto.
Apenas me había mirado.
Seguía esperando el insulto, la humillación y el momento en que me recordara cuán inútil era. Pero nunca llegó. Solo se sentó en su oficina con la puerta cerrada, y las pocas veces que salió, pasó junto a mí como si fuera un mueble.
Era inquietante.
Quería preguntar por su pierna, el cojeo que había notado cuando fue a la sala de conferencias y por el ojo morado, pero no lo hice. Porque preguntar significaba conversación, y conversación significaba oportunidad para que me destrozara. Y honestamente? Estaba disfrutando no ser destruida verbalmente por una vez.
Tal vez el universo finalmente me daba un respiro o que lo que había pasado el fi