Punto de vista de Rafael

Había oído hablar del odio-follado antes. Lo había visto en películas y leído en libros. El concepto de desear a alguien a quien no soportabas, de deseo mezclado con ira hasta que no podías distinguir cuál era cuál.

Pero nunca pensé que lo querría. Nunca imaginé que sería el tipo de persona que se pondría duro por la proximidad a alguien a quien intentaba destruir activamente.

Sin embargo, aquí estaba, conduciendo a casa desde la oficina, mis manos aferrando el volante tan fuerte que mis nudillos estaban blancos, pensando en nada excepto en cuán mal había querido besar a Teresa en esa sala de copias.

Cuando se había presionado contra mí: solo esa inclinación sutil, apenas un centímetro, y cada célula de mi cuerpo me había gritado que la jalara más cerca, que la girara y la besara hasta que ninguno recordara por qué se suponía que nos odiábamos.

Me había detenido… apenas, por el hilo más delgado de control que poseía.

Pero Dios, lo había querido. La quería con