Amanda no podía seguir preocupándose por mantener su orgullo. Su salud era lo más importante, así que decidió llamar. Normalmente, Jorge respondía rápido a sus llamadas, pero esta vez el tono de espera se prolongó. Finalmente, alguien contestó.
— Jorge, estoy en...
— Amanda, soy Catalina.
Por un instante, Amanda se quedó paralizada, el dolor desapareció momentáneamente, y sintió que todo su cuerpo se tensaba.
— ¿Dónde está Jorge?
— Está en el baño y no puede atender el teléfono. Por cierto, esta noche no volverá a casa, así que no lo molestes.
Antes de que pudiera decir algo más, Catalina colgó. Amanda se quedó con las palabras atoradas en la garganta.
— ¿Qué fue lo que pasó? ¿Ya llegó el familiar? Tenemos todo listo para la operación. — preguntó la enfermera al salir.
— Lo siento mucho, pero no va a venir nadie. Puedo hacerlo yo sola. — respondió Amanda, tratando de mantener la calma.
— Está bien pues debes saber que la cirugía tiene riesgos. Lee bien y firma aquí para dar tu consenti