38: Su merecido.
—Gracias señor Lancaster, confió en usted, sé que nunca ha fallado, dejo a mi señora en sus manos. — se atrevió a decir.
Emma se sorprendió al ver a su antigua dama de compañía demostrar tanta confianza hacia Daniel Lancaster.
—No se preocupe, Mérida, deje todo en mis manos. — le respondió Daniel a la mujer.
Con precaución, ambos salieron de allí sin ser vistos. Subiendo al auto, Daniel hizo una llamada a Harry, su secretario y asistente personal, dándole indicaciones de sacar esa misma mañana a Mérida y la pequeña niña. Todo lo que esa mujer había dicho, había sido realmente abrumador. Mirando el delgadito y pequeño cabello de esa niñita, Daniel sintió una opresión en el pecho. ¿Sería realmente posible? Se cuestionó.
Emma sabía que haber escuchado que su hermano mayor posiblemente era el padre de una pobre pequeña que ni siquiera tenía un nombre, era demasiado duro para él. Para ella también fue abrumador saberlo. Aun así, no se explicaba cómo era que Eduardo había tenido a un hijo c