17. Planes bajo la mesa.
— Señora Cervantes, le he traído el postre que pidió, y le agregamos más arándanos como agradecimiento por ayudarnos con los alimentos para el refugio de animales de mi sobrino. — dijo una sirvienta que dejaba algunos pasteles en la mesa de jardín.
— No tienes nada que agradecer querida, lo hice con mucho gusto, siempre debemos de ver por los más vulnerables. — respondió la elegante mujer de ojos miel.
— Es usted un ángel, con su permiso. —
Mónica observó aquello.
— ¿Qué fue eso? ¿Desde cuándo te gustan los animales tía Melina? Pensé que te daban asco. — cuestionó.
Melina Cervantes sonrió.
— Por supuesto que me dan asco, son demasiado peludos y huelen asqueroso, pero, querida, cuando persigues una causa mayor, la mejor estrategia siempre será ser todo aquello que ama la gente en las personas privilegiadas. Darles un poco de vino y pan, mantendrá al pueblo con hambre pero fiel a ti. Debes de ganarte la simpatía de todos en el castillo, hasta el sirviente más insignificante, se puede co