11. Hermosa jardinera.
Arrojando la servilleta a la mesa, Daniel se levantó rápidamente, para luego abofetear con toda su fuerza el rostro de su hermano que cayó de la silla con violencia.
— ¡Mi amor! — gritó Mónica ayudándolo a levantarse.
Sin pedir permiso, Daniel entró en la habitación de Emma, que arrugaba aquella ecografía en sus manos.
—No voy a llorar si eso es lo que le preocupa, su alteza. Tampoco voy a hablar de mi hijo. — dijo la hermosa rubia con el corazón destrozado, y negándose a derramar una sola de sus lágrimas. — Perderlo, fue lo que me hizo desear ser médico en primer lugar, no quiero que nadie pase por lo mismo que yo. — aseguró.
Sin decir nada, Daniel la tomó en sus brazos, y la sintió tan rota y frágil como aquella noche entre la tormenta…aun cuando se negaba a llorar, sabía que ella estaba hecha pedazos. Por aquella ocasión, Emma no se resistió a recibir un abrazo, pero entre los cálidos brazos de Daniel Lancaster, la sensación de un recuerdo borroso entre unos brazos similares, y aqu