99. Más amable que de costumbre
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Una tarde en la que el sol parecía más amable que de costumbre, Joe llegó con dos cafés y una bolsa de galletas que había horneado su abuela. Alexandra ya estaba sentada bajo el árbol habitual, su libro abierto pero ignorado.
—¿Te ves menos gruñona hoy o me estoy arriesgando, trayéndote algo dulce? —bromeó, tendiéndole la taza.
—Aceptaré solo porque huele bien… —respondió Alexandra, tomando el café sin mirarlo.
Joe la observó en silencio un segundo. Había algo raro en su postura. Sus hombros estaban tensos, sus ojos no tenían la chispa que solían encenderse cuando peleaban de broma. Era como si estuviera en otra parte, atrapada en algún pensamiento.
—¿Pasa algo? —preguntó al fin.
Alexandra tardó unos segundos en responder. Luego negó con la cabeza y sonrió forzada.
—No es nada… solo una tontería.
—Dímela. Me gustan las tonterías —insistió él.
Ella respiró hondo.
—Últimamente siento… que alguien me observa. Todo el tiempo. Es como una presión en la nuca, ¿sabes? Pero cada vez que vo