90. Silencio opresivo
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El eco de sus tacones era el único sonido. Ni murmullos. Ni teléfonos. Solo ella y ese silencio opresivo en todo el piso.
Algo no estaba bien.
Pasó por el pasillo principal, con las manos frías y apretando el teléfono que ya no sonaba. Se mordía el labio mientras las puertas se cerraban. "Esto no debía pasar", pensó, "no así".
Solo la recibió un silencio aún más denso, como si el piso entero contuviera la respiración. Caminó con cuidado, los pasos más lentos ahora. El pasillo se extendía como un túnel lúgubre. El logo de Luther Corp. a lo lejos ya no tenía el mismo peso.
Finalmente, llegó con paso vacilante. La puerta de la oficina de Nathaniel estaba entreabierta. Empujó con suavidad, entró despacio. La luz tenue del despacho no revelaba mucho, pero su mirada lo encontró, allí, sentado en el sofá. Desaliñado. Los codos apoyados en las rodillas, las manos entrelazadas, la mirada perdida en el piso.
—Nate… —intentó de nuevo, con un poco más de voz.
Él no respondió. No se movió. No l