84. Niña deslenguada
84
El cielo comenzaba a teñirse de tonos dorados cuando Leo pidió ir solo a comprar algodón de azúcar. Insistió con esa voz decidida que usaba cuando quería parecer mayor. Jazmín no estaba convencida, pero Nate, sonriendo con confianza, accedió.
—Solo hasta el puesto de ahí, ¿sí? —le dijo, señalando el carrito a menos de veinte metros
—No sé si sea buena idea, campeón —dijo Nate mirando el puesto a menos de seis metros.
—Creo que podemos dejar eso para después, está anocheciendo —habla Jazmín.
—No hables con extraños, y si pasa algo, grita fuerte —accede Nate.
—¡Papá, tengo seis años, no dos! —se quejó Leo, rodando los ojos antes de salir corriendo.
Jazmín lo observó con el corazón apretado.
Pasaron cinco minutos. Luego diez.
—¿Lo ves? —preguntó ella, con un hilo de ansiedad en la voz.
El corazón de Jazmín comenzó a latir de forma desbocada en su pecho.
“Ay, Dios mio”
—Estaba allí hace un segundo —respondió Nate, frunciendo el ceño. Buscó entre la multitud. Nada— lo vi venir, pero una