La noche los envolvió como terciopelo: vientos suaves, luces doradas y el tenue sonido de música clásica que se filtraba desde el salón del restaurante. Emilia salió al aire nocturno, exhalando lentamente. Había conseguido lo que buscaba: la atención y el interés de Leonardo.
Se colocó un mechón de cabello detrás de la oreja.
Primer paso de la venganza… completo.
Leonardo la siguió con la gracia despreocupada que emanaba de años de arrogancia y poder. Se alisó la parte delantera de la chaqueta y se ajustó los gemelos antes de acercarse a ella.
"Gracias por esta noche", dijo con una voz profunda e increíblemente encantadora.
Emilia forzó una leve sonrisa.
Necesitaba engancharlo.
Completamente.
"Fue... interesante", respondió.
Leonardo rió entre dientes.
"¿"Interesante"? Me hieres, Elena".
Apartó la mirada, fingiendo timidez, aunque su mente calculaba como una máquina.
Leonardo dio un paso adelante, rozando suavemente la palma de su pulgar antes de tomarle la mano.
"Eres una mujer fasci