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Aquella voz ronca erizó la piel de Chloe, al igual que el cálido aliento acariciando su cuello. La cercanía le permitió sentir como el calor de aquél cuerpo la envolvía, al igual que una fragancia masculina que recordó haber sentido antes.

El hombre continuó rodeando su cintura aún cuando ella se volvió lentamente hacia él. Chloe inhaló hondo al encontrarse con aquella mirada ardiente que la había seguido durante su actuación.

Brendan Davenport.

Se vió perdida en aquella marea azul en la mirada de Brendan, pensando en cuán atractivo y magnético era, hasta que recordó quién estaba esperándola.

—No sé qué quieres decir —intentó alejarse del agarre de Brendan pero éste era firme.

—Lo sabes bien —contraatacó él—. Los ví conversar.

—El señor Davenport solo estaba siendo amable, me ofreció quedarme con él…

—¿Si? —su manera de decirlo y la sonrisa que trazó su boca hicieron que Chloe se molestara.

Sabía que él estaba tomándola por tonta al creer que la propuesta de Thomas era por su bondad, pero ella no podía decirle que sabía la clase de hombre que era su padre y que jamás caería en sus tácticas absurdas.

—Sí. No tenemos la relación que mencionas. Ahora suéltame —ordenó con firmeza, intentando empujarlo pero Brendan ni siquiera se inmutó.

—¿Y si no quiero? —pronunció en un tono más bajo, provocador.

Elevó su mano para acariciar el pómulo de la joven, fué un gesto inconsciente tras pensar en cuán tersa debía sentirse al contacto.

Chloe se preguntó por qué su cuerpo no obedecía a la órden de su cerebro de apartarlo.

—No tardarás en descubrir que tiene otros planes en mente —continuó él, captando la atención de Chloe—. Con mi padre las cosas nunca son cómo las hace parecer.

Aquellas palabras definitivamente se quedaron en los pensamientos de Chloe. Le costaba creer que el propio Brendan acabara de insinuar que su padre era un mentiroso y posiblemente un manipulador.

La caricia de Brendan se arrastró hacia la oreja de Chloe, jugando con su pendiente, acariciando el lóbulo entre sus nudillos.

El gesto hizo que la joven sintiera el mundo detenerse, por un instante, regresandola al pasado. No a cuando había perdido a sus padres, ni siquiera antes, sino mucho más atrás. Le recordó a alguien de su pasado que también solía hacerlo.

Pero esos recuerdos, tanto como aquél rostro, se estaban desvaneciendo en alguna parte de su mente, siendo imposibles de descifrar.

Movimiento cercano hizo que Chloe se alertara. Intentó hacer que Brendan la soltara pero se quedó de piedra cuando la puerta se abrió de manera repentina.

Era Thomas, quien había ido a buscar a Chloe ante su tardanza. La encontró junto a Brendan a una distancia sospechosa y estrechó la mirada sobre el gesto de su hijo.

—¿Qué están haciendo? —su voz tenía tintes acusativos y ocultaba cierta molestia.

Chloe abrió su boca mientras se apresuraba en pensar una mentira, pues la posición en la que estaban era difícil de explicar.

Para su sorpresa, fué Brendan quien habló.

—Papá, ya llegaste —pronunció como si nada estuviera pasando, finalmente dejando ir a Chloe—. Solo estaba ayudando a esta señorita a recoger el pendiente que se le había caído.

Thomas mantuvo su mirada sobre ellos un instante que se sintió eterno, aunque la calma de Brendan apaciguaba cualquier rastro de tensión en el ambiente.

Finalmente, los presentó a ambos y le contó a Brendan que Chloe sería su nueva invitada.

—Hazla sentir bienvenida, hijo. La señorita Bennet puede quedarse el tiempo que desee, será una compañía agradable.

—Ya lo creo, padre —respondió Brendan, sin poder apartar su mirada de la joven de ojos azules y boca tentadora.

Su tono pareció envolver una indirecta, un sentido oculto que Thomas no notó y Chloe, por su propio bien, decidió ignorar.

Solo había una cosa segura: Ninguno se esperaba cuánto cambiarían sus vidas a partir de esa noche.

(***)

Estando en la mansión Davenport, Chloe no pudo evitar pensar que Thomas la había colocado en la habitación de invitados junto a la suya a propósito.

Después de que dejaron sus pertenencias en la habitación, Chloe le deseó las buenas noches a Thomas. Estando sola finalmente se permitió bajar la guardia.

«Necesito una ducha relajante y descansar» pensó, quitándose los molestos tacones. Eran bonitos pero nada cómodos tras la extensa noche.

Tras terminar de ducharse, se enfundó en una bata y secó su cabello con una toalla. Entonces llamaron a su puerta y se preguntó quién podía ser a esa hora.

—Tu —pronunció al encontrarse a Brendan del otro lado.

—Vine a darte tu beso de buenas noches.

Chloe rodó sus ojos ante el coqueteo, ignorando la manera en que sus latidos se aceleraron momentáneamente.

—Necesito hablar contigo. ¿No me dejarás pasar a sentarme?

Sabiendo cuál sería la respuesta, Brendan la evadió adentrándose rápidamente en la habitación.

—¿Qué crees qué haces? —lo acusó ella intentando mantener la calma y no alzar la voz.

Dió una mirada hacia el corredor para comprobar que nadie había visto al hijo de Thomas adentrarse en su habitación en la noche y no le quedó otra opción más que cerrar detrás de sí.

—¿Qué ocurre contigo, Brendan? —Chloe se cruzó de brazos y le dió una mirada de muerte.

Brendan permaneció como si nada y sacó del bolsillo de su pantalón un bote con lo que parecían píldoras. Chloe lo miró sin entender cuando se los tendió.

—¿Y eso qué es?

—No lo veas así. Son de miel, limón y hierbas suizas —explicó él—. Son buenas para la garganta, supuse que no te vendrían mal.

Chloe pestañeó incrédula.

A una parte de ella, le pareció un detalle agradable. La otra, sabía con certeza que debía ser cautelosa y no confiarse, pues a fin de cuentas Brendan era hijo de Thomas y no sabía si era genuino o solo un buen mentiroso al igual que su padre. O si tenía intenciones ocultas.

—Tranquila, no están envenenadas —bromeó él.

Chloe finalmente aceptó las aceptó.

—Sobre lo de ésta noche… iba en serio con lo de mi padre —continuó él, haciendo que Chloe lo viera con atención—. Lo mejor sería no confiarte tanto de su palabra.

La joven abrió su boca para decir algo pero unos repentinos golpes en la puerta hicieron que su corazón se acelerase.

—Chloe, ¿aún estás despierta?

Aquella voz hizo que el pánico encendiera una alarma en su interior. Era Thomas. Ella no podía permitir que él la encontrara en una simple bata encerrada con Brendan en su habitación de noche.

«¿Qué diablos voy a hacer?»

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