Chloe no pudo reaccionar de inmediato. Las palabras de Brendan la atravesaron como un cuchillo, dejándola sin aire. La pared fría en su espalda contrastaba con el calor de su cuerpo, acelerado por la adrenalina.
—¿Qué dijiste? —preguntó al fin, con un hilo de voz, intentando mantener el control. No daba crédito a lo que escuchaba, ¿cómo se atrevía a reclamarle?
—No me hagas repetirlo —respondió él, su voz grave, contenida, cargada de algo que parecía más dolor que enojo—. Dímelo, Chloe. ¿Te acostaste con él?
El silencio entre ambos era espeso, casi sofocante. Chloe desvió la mirada, sus labios se entreabrieron como si quisiera responder, pero no salió sonido alguno.
Brendan la acorraló contra su cuerpo y la pared, apoyando sus manos a cada lado de la cabeza de Chloe. No la tocaba, pero estaba tan cerca como para hacerla estremecer. Su mirada ardía, implacable, como si quisiera arrancarle cada mentira, cada silencio, hasta dejarla desnuda de excusas.
—No puedo soportarlo —dijo él, incl