¡Lo siento, Padre!

El resto de la noche Jena no durmió, tal vez Camila no volvería esa noche pero no quiso confiarse, al despertar Conan le conto lo que sucedió, por supuesto a él le asombro no darse cuenta de la presencia de una intrusa, ¿por qué no despertó?

Por su mente paso la posibilidad de que hubiera sido un sueño, pero ella lo negó rotundamente, adivinando sus pensamientos. Jena estaba muy alterada y furiosa.

—Estas muy nerviosa deberías calmarte —ella se negó a que la tocara, no hasta que creyera la verdad.

—¿Calmarme?, en serio me crees, ella estuvo aquí con un daga de plata. —Jena estaba angustiada, sus ojos rojos y unas largas ojeras debajo de ellos.

—Iré a buscar a Camila para pedirle una explicación

—Lo negara todo… es que no, Conan tú no entiendes Edmundo y Camila no nos dejaran tranquilos jamás, yo no soporto la idea de… —estaba por demás alterada.

—Por favor cálmate —logro tomarla de los brazos —, por supuesto que te creo lamento no haber despertado, me dejaste agotado—suspiro con una
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