Antes de que Débora consiguiera besar a Conan este la aparto firme con los brazos, sentirla tan tangible fue doloroso, eso significaba que no era otro de sus espejismos, ella estaba ahí frente a él tan hermosa y viva como tantas veces imagino que ella volvería.
Sus labios sensuales, su largo cabello, su aroma. Los latidos de su corazón.
La observo con una mirada fría y despreciativa, la odiaba tanto como se alegraba de verla, maldecía en sus adentro que ella estuviera ahí, y su lobo dentro de él se remolineo como un cachorro gustoso volviendo a casa.
Pero cona nenia el centro de si mismo.
—¿Cómo te atreves? —Débora sintió un puñal en su corazón —Esperas que simplemente te acepte, solo así.
—Tuve que irme… —empezó a explicarle —debes escucharme
—¡Tuviste que irte! … así sin darme una explicación solo desapareciendo sin decime si algún volverías.
Era lo que estaba deseando, que volviera con el alma y la vida pero ahora que estaba delante de él, sana, fuerte, completa, la furia que n