Linda estaba dando vueltas en la cama, incapaz de conciliar el sueño, ya llevaba un mes con los hermanos Miller, adaptándose a sus personalidades y exigencias. Su mente estaba llena de pensamientos sobre los últimos giros que había dado su vida, especialmente desde que su abuela había enfermado. Se preocupaba constantemente por cómo estaría la anciana, si estaba recibiendo la atención médica adecuada y si se sentía sola. Por que ella también se sentía bastante sola a pesar de estar acompañada de los tres hermanos Miller.

Observó el techo de su habitación, iluminado débilmente por la luz de la luna que se filtraba a través de las cortinas entreabiertas. Las sombras de las ramas de los árboles bailaban sobre la pared, creando un aspecto tétrico que sólo aumentaba su ansiedad. Se sentía atrapada en sus propios pensamientos, como si estuviera en un laberinto sin salida. Desde el abandono de su madre, la ansiedad se había vuelto una constante en su vida.

Finalmente, aburrida de dar vueltas