Adrian
Dante es el primero en romper el silencio.
— Renée, si lo que dices es cierto, entonces todavía tienes un pie en los dos mundos. ¿Cómo podemos saber que no estás jugando un doble juego? Eres un miembro importante de los Vassili. Podrías traicionarnos en cualquier momento.
Renée no se inmuta. Está tranquila, casi demasiado tranquila. Sabe que Dante, con su experiencia, no toma nada al pie de la letra. Pero tiene un as bajo la manga: conoce las debilidades de los Vassili mejor que nadie.
— No tienen opción, Dante —responde con una voz fría y cortante—. Si quieren ganar, deben aceptar este riesgo. Saben que el ataque debe ser repentino y decisivo. Es su única oportunidad. Y si me dejan actuar, les abriré puertas que ni siquiera pueden imaginar.
Me enderezo en mi silla, sintiendo cómo la calidez de la irritación se apodera de mí. La guerra que se avecina, esta guerra contra los Vassili, es más compleja de lo que había anticipado. Renée tiene razón, no tenemos mucho tiempo. Pero, ¿realmente puedo confiar en ella? La lealtad, en este mundo, es una moneda demasiado valiosa para aceptarla a la ligera.
— ¿Qué puertas? —pregunta Sasha, su mirada penetrante fija en Renée—. ¿Y por qué deberíamos creerte?
Renée toma un instante antes de responder. Sus ojos brillan con una luz extraña, como si midiera cada palabra.
— Ustedes piensan que los Vassili son invencibles. Pero en realidad, están divididos. El poder entre ellos es frágil. La nueva generación de Vassili está en guerra interna, y una parte de ellos desaprueba los métodos brutales de su actual líder. Ahí es donde puedo ser útil. Si me dan acceso a sus bases, a sus recursos, les haré descubrir sus secretos más oscuros.
Una tensión palpable se instala entre nosotros. Si lo que dice es cierto, podría cambiar las cosas. Pero la pregunta es: ¿hasta dónde podemos llegar con esta alianza? He visto alianzas frágiles romperse en un instante, y no tengo intención de caer en la misma trampa. Especialmente ahora.
Me giro hacia Sasha. Ella está en silencio, con los brazos cruzados, sus labios ligeramente apretados como si estuviera sopesando cada opción.
— ¿Crees en ella? —le pregunto, con voz grave.
Ella me mira, y veo la lucha en sus ojos. La vacilación. El miedo. Pero también una determinación que nunca ha sido tan evidente. No quiere elegir el camino fácil. No quiere huir. Quiere luchar, cueste lo que cueste.
— No lo sé, Adrian —responde finalmente—. Pero si quieres que ganemos, no tenemos el lujo de rechazar a los aliados que se presentan. Incluso si ella es una apuesta arriesgada. Debemos avanzar, juntos.
Dejo que un silencio se extienda, mi mano crispada sobre la mesa. Todo en mí grita que desconfíe de ella, pero otra parte de mí sabe que necesitamos esta oportunidad. Y tal vez, solo tal vez, Renée no sea la única que oculta sus verdaderas intenciones.
— Está bien —digo finalmente, mi mirada fija en la de Renée—. Pero ten en cuenta esto: si nos traicionas, lamentarás cada segundo de tu existencia. No somos amateurs en este juego.
Ella esboza una sonrisa, pero no es una sonrisa de victoria. Es una sonrisa oscura, como si ya supiera que no hay vuelta atrás para ninguno de nosotros.
— No tienen que preocuparse. No soy una traidora. Pero la guerra, ella, no perdonará a nadie. Y si quieren que esta guerra sea a nuestro favor, entonces deben seguirme.
Dante se levanta bruscamente, un destello de ira en sus ojos, pero lo calmo con un gesto.
— Se acabó el tiempo de discutir. Tenemos un plan que implementar, y debe hacerse rápido. El ataque se lanzará mañana por la noche. Estén listos.
Nos intercambiamos miradas silenciosas, conscientes de que el paso que nos espera será decisivo. La guerra contra los Vassili no se reduce simplemente a batallas físicas. Es una guerra de mentes, una guerra de estrategia y manipulación. Si Renée es sincera, entonces este plan podría ofrecernos una victoria inesperada. Pero si está jugando un doble juego, entonces estaremos atrapados. Y en este mundo, las trampas no son fáciles de eludir.
Sasha se acerca a mí, su mano rozando la mía. No necesita decir una palabra para que entienda lo que siente. El miedo está presente, palpable. Pero no hay vuelta atrás.
— Lo vamos a hacer, Adrian. Vamos a ganar.
La miro y siento el peso de sus palabras. No tenemos opción. La guerra está aquí, y con ella, sacrificios que aún no podemos imaginar. Pero la llevaremos a cabo, juntos. Y pase lo que pase, haré todo lo posible para que Sasha y yo salgamos victoriosos.
La puerta de la sala se cierra tras nosotros. La guerra comienza ahora.
Sasha
La noche ha caído, pero la oscuridad que nos rodea es mucho más que la del cielo. Es una oscuridad palpable, opresiva, que parece engullir todo lo que somos. Nuestras decisiones, nuestro futuro, todo está suspendido en un hilo frágil. La guerra ya no es un concepto lejano. Está aquí, en cada rincón de esta habitación, en cada aliento que tomamos. Vamos a atacar, pero ¿a qué precio?
Estoy cerca de la ventana, observando las calles desiertas abajo. Las luces de las farolas parecen lejanas, como un mundo que ya no reconozco. Mi mirada se pierde en el infinito, buscando algo reconfortante en este mar de incertidumbre. Pero no hay nada. Nada más que la cruda verdad: mañana, todo cambiará.
SashaAdrian está a unos pasos de mí, tan silencioso como la sombra que lo rodea. Puedo sentir la tensión que emana de él. Está más nervioso de lo que quiere admitir, más frágil de lo que parece. Pero sé que no me lo mostrará. No es su estilo. Prefiere cargar con todo el peso del mundo sobre sus hombros que mostrar la más mínima fisura.Finalmente me giro hacia él, mi corazón latiendo más fuerte de lo habitual. La guerra que se aproxima no es solo una batalla entre lobos y vampiros. Es una guerra interna, una lucha por nuestras almas, por nuestra humanidad. Y a través de todo esto, no puedo evitar pensar en él, en cómo ha cambiado mi vida, en cómo me ha arrastrado a este torbellino de pasión y dolor.— Adrian, murmuro, mi tono apenas audible, como una confesión frágil. ¿De verdad piensas que esta es la única solución?Él gira la cabeza, sus ojos oscuros fijos en mí, buscando quizás una verdad que él mismo ignora. Hay un destello de duda en su mirada, pero también una determinación que
SashaLas horas se estiran en un silencio pesado, casi sofocante. La noche es negra como el carbón, la oscuridad no dejando filtrar nada, ni la luz de las estrellas ni la de la luna. Es una noche que parece suspendida en el tiempo, un último suspiro antes de la tormenta. Y, sin embargo, no consigo encontrar el sueño. Cada pensamiento me lleva a la misma pregunta: ¿estoy lista para sacrificar lo que queda de mi dignidad, de mi humanidad, por esta guerra?La guerra que se aproxima, que se dibuja en nuestros rostros como un velo de sombra, no es solo una cuestión de supervivencia. Es una cuestión de perderlo todo. O ganar todo. La frontera entre ambos es tan fina como un hilo de seda, y no sé de qué lado me encuentro.Miro a Adrian. Él está tumbado en el sofá, su mirada perdida en el vacío. Su silueta está aún más marcada por el cansancio que hace un rato, y sus rasgos están tensos. Parece absorto en sus pensamientos, pero sé que me siente. Me siente observar cada movimiento, cada gesto,
AdrianLa luz del día comienza a asomar en el horizonte, pero su brillo no es suficiente para disipar la sombra que pesa sobre mí. Cada rayo de sol que atraviesa la habitación me recuerda que estamos a punto de tomar decisiones que definirán nuestro futuro. Y no hay vuelta atrás. Cuanto más me acerco al momento en que comenzará el ataque, más me inunda la realidad de esta elección. Puedo sentir los pesos de la duda y la culpa apilándose sobre mis hombros.Soy un hombre roto, un hombre que ha vendido su alma para obtener lo que quería. Todo lo que he logrado, todo lo que me he convertido, solo ha servido para hacerme más decidido a no perder lo que he construido. Pero hoy, ya no son mis ambiciones personales las que importan. Es ella. Es Sasha.Giro la cabeza hacia ella, la silueta grácil y silenciosa que se encuentra cerca de la ventana, con la mirada fija en el exterior. Parece lista para todo, dispuesta a enfrentar este mundo de violencia y traiciones, pero sé que, en el fondo, está
SashaEl aire de la noche es pesado, casi sofocante. Cada aliento que tomo parece cargado de una anticipación eléctrica, como si la tierra misma se estuviera preparando para la explosión que pronto sacudirá este mundo. La guerra se acerca, y todo lo que he conocido, todo lo que he amado, todo lo que he temido, está a punto de chocar con una realidad mucho más violenta y oscura. La batalla en la que vamos a participar no es solo una lucha entre clanes, entre lobo y vampiro. Es la confrontación entre el amor y el poder, entre la lealtad y la traición, entre la vida y la muerte.Estoy de pie en el vestíbulo de la casa, observando la noche que se extiende ante nosotros, más allá de las puertas abiertas. La luz de las antorchas proyecta un brillo tembloroso sobre las paredes, proyectando sombras danzantes, como espectros del pasado que regresan para atormentarnos. Todo está en calma, demasiado en calma. El viento susurra suavemente, como un murmullo que viene del más allá, pero en el fondo
SashaLa niebla se extiende sobre la ciudad como una mortuoria manta, sofocando toda luz. La oscuridad nos rodea, pero nuestros pasos resuenan sobre los adoquines húmedos, rompiendo el silencio mortal que reina antes de la tormenta. Avanzamos lentamente, mis sentidos alerta, cada movimiento minuciosamente calculado, cada respiración medida. Adrian camina a mi lado, su rostro tan impasible como una estatua, pero sé que siente la misma tensión que yo, esa presión que pesa sobre nuestros hombros como una carga insoportable.Las calles de la ciudad parecen desiertas, pero sé que es una ilusión. El enemigo está allí, escondido en las sombras, esperando su momento. Y yo, estoy lista. Lista para enfrentarme, lista para sacrificar todo lo que tengo para que nuestra visión se realice. Porque en el fondo de mí, sé que esta guerra no es solo una cuestión de poder. Es una guerra por el futuro, por nuestro derecho a vivir juntos, sin tener que huir constantemente, sin tener que escondernos. Pero m
SashaLa tierra tiembla bajo nuestros pies mientras la batalla arde a nuestro alrededor, un torbellino de violencia, furia y sangre. El ruido de los cuerpos golpeando el suelo, los aullidos de las criaturas heridas, todo se mezcla en una sinfonía macabra que parece no tener fin. Pero en medio del caos, un solo pensamiento se impone en mi mente, tan nítido como la hoja de un cuchillo: debemos ganar. No importa los sacrificios, no importa lo que cueste. Debemos ganar, porque todo lo que hemos construido podría desmoronarse en un instante si fracasamos.Adrian está a mi lado, inflexible, una bestia enfurecida en su combate. Sus ojos oscuros, llenos de una determinación feroz, están fijos en sus enemigos, y puedo ver la rabia que lo habita. Lucha con una precisión casi sobrenatural, un movimiento fluido, rápido, casi hipnótico. Pero no es lo único que me doy cuenta. También está el miedo, oculto en el fondo de sus pupilas. No el miedo a morir, sino el miedo a perder. A perder todo lo que
SashaLa bruma del veneno se ha disuelto, pero una nueva forma de fatiga me invade ahora, más profunda, más tenaz. Cada respiración es una lucha, cada latido del corazón un recordatorio de la fragilidad de nuestra existencia. Sin embargo, estoy de pie, al lado de Adrian y Dante, mientras enfrentamos la última ola de nuestros enemigos. La tensión que flota en el aire es palpable, como una espada lista para cortar.Nuestros pasos resuenan sobre el suelo húmedo, y avanzamos en esta arena de muerte y destrucción, donde solo los más fuertes sobreviven. La batalla que rugía a nuestro alrededor se desvanece poco a poco. Los vampiros, los mercenarios, los traidores, todos están muertos o huyendo. Sin embargo, esta victoria tiene un sabor amargo, porque la verdadera lucha aún está por delante: la lucha por el poder, la lucha por el control de lo que queda del territorio, de la familia, de la vida. Y todo esto tiene un precio.Adrian aprieta los puños a mi lado, su mirada fija en el vacío, en e
SashaLa noche ha caído, pesada y silenciosa, envolviendo la ciudad con un manto oscuro. Las luces de las calles parpadean, como estrellas muertas que intentan volver a encenderse, pero la sombra de la guerra es más fuerte, más persistente que el brillo de la esperanza. Camino en silencio al lado de Adrian y Dante, nuestro trío nuevamente unido, pero con una nueva tensión, una conciencia compartida de que todo lo que hemos construido puede desmoronarse en un instante.La guerra no ha terminado. Ni siquiera ha comenzado, en el fondo. Lo que hemos visto, lo que hemos atravesado, no ha sido más que un calentamiento, un aperitivo. El verdadero desafío comienza ahora. Las otras facciones, aquellas que se han mantenido al margen, comienzan a inquietarse. Los lobos. Los vampiros. Y otros más, jugadores ocultos en las sombras, listos para hacer lo que sea necesario para apoderarse de lo que nos pertenece.— Hay que actuar rápido —lanza Dante, rompiendo el silencio con su voz grave—. Los otros