Adrián
— Necesitas aliados, ¿no? —dijo ella, su voz calma pero incisiva. Y estoy aquí para ofrecerte uno.
Dante se tensa instantáneamente, su mano rozando la pistola en su cinturón, pero lo detengo con un gesto. Renée no está aquí para atacarnos. No todavía. No por ahora.
— ¿Qué quieres? —pregunto, con los ojos fijos en los suyos.
Ella se queda inmóvil, su mirada calculadora posándose en cada detalle de la habitación, en cada movimiento que hacemos. Parece evaluar cada opción, cada salida, como si supiera que puede manipular la situación a su antojo.
— Quiero que ganen —responde simplemente—. Que aniquilen a los Vassili. Porque, al igual que ustedes, estoy cansada de esta guerra inútil.
Frunzo el ceño, una desconfianza profunda me aprieta la garganta. Renée es parte de la élite de los Vassili, uno de sus líderes más temidos. ¿Por qué querría de repente unirse a nosotros, sabiendo exactamente lo que eso implicaría?
— ¿Por qué? —repite Sasha, su voz recelosa—. ¿Por qué cambiar de bando? ¿Qué quieres a cambio?
Una sonrisa siniestra se dibuja en los labios de Renée. Da un paso adelante, un movimiento fluido, casi hipnótico.
— Quiero poder. Quiero un lugar entre los sobrevivientes de esta guerra, un poder más grande que el que los Vassili me ofrecen. Ustedes tienen todo lo que busco. ¿Una guerra abierta contra su propio clan? Están haciendo todo lo necesario. Y tengo una forma de ayudar.
El silencio cae sobre la habitación. Siento la tensión entre nosotros, el aire cargado de cada decisión, de cada palabra intercambiada. Renée, la enemiga, acaba de entrar en nuestro campamento, y todo lo que ocurra ahora podría ser la clave para nuestra victoria o nuestra perdición.
— ¿Y cómo piensas ayudarnos? —pregunto, mi voz impregnada de escepticismo.
Ella frunce el ceño.
— Infiltrándome en las filas de los Vassili. Tengo contactos. Conozco sus debilidades. Pero eso requiere más que una simple alianza. Deben aceptar confiar en mí. Y debo decirles algo, algo que todos ustedes ignoran… Los Vassili no están tan unidos como creen. Hay disensiones entre ellos. Puedo usarlas en su contra.
Dudo. Su oferta es tentadora, pero hay algo en su mirada que me dice que la traición siempre es una opción con ella. La guerra entre los Vassili y los Morvan es ya una danza frágil, y este tipo de acuerdo podría volverse fácilmente en nuestra contra.
— ¿Por qué no simplemente huir con tu propio clan? —pregunta Dante, con los ojos entrecerrados, desconfiado.
— Porque soy un peón en su juego, Dante. No tengo elección. Pero ustedes, tienen todo lo necesario para revertir la situación. Solo tienen que darme lo que quiero. Un lugar a su lado. La guerra por el poder apenas comienza, y estoy lista para ser una de sus arquitectas.
Ella se vuelve hacia Sasha, con una sonrisa casi respetuosa en los labios.
— ¿Y tú, Sasha, qué eliges? ¿La guerra de hombres y vampiros, o un camino diferente? Un camino donde reinarás, junto al hombre que elijas, y no el que el destino te imponga.
Sasha permanece en silencio un momento, con la mirada perdida en la oscuridad. La tensión en el aire es palpable, como una nube lista para estallar en tormentas. Ella gira lentamente la cabeza hacia mí. Veo la decisión en sus ojos. Ha visto lo que yo he visto: la oportunidad y el peligro que vienen juntos.
— Elijo la guerra —responde finalmente, pero con un tono que aún no ha utilizado—. Elijo no ser solo una pieza en este juego de poder. Vamos a ganar. Todos juntos.
Dante suelta un suspiro, echando una última mirada desconfiada a Renée antes de asentir.
— Está bien —dice—, pero ten en cuenta una cosa, Renée: si nos traicionas, no vivirás para contarlo.
Ella inclina la cabeza, como un desafío silencioso.
— Cuenta conmigo, Dante. No se arrepentirán.
Y así, una nueva alianza improbable nace en la sombra de la guerra. Pero en este mundo de sangre y poder, la lealtad siempre es una moneda frágil.
Sasha
El peso de las decisiones recae sobre mis hombros, pero sé que cada elección que hacemos hoy determinará nuestro futuro. El olor de sangre y metal se mezcla con el de miedo, pero en el fondo, no es el miedo lo que me guía. Es el amor. El amor por Adrián, por lo que debemos hacer. La guerra apenas comienza, pero esta vez tenemos más que armas. Tenemos aliados.
El crepúsculo se acerca, pero nuestra hora aún no ha llegado.
Adrián
Los días siguientes a la aparición de Renée han sido un torbellino. La alianza con ella, por arriesgada que sea, ha resultado necesaria. La tensión en nuestro campamento ha aumentado de forma exponencial, y ahora sabemos que cada movimiento que hacemos podría ser vigilado por los Vassili. Pero, paradójicamente, eso también nos da una cierta sensación de control.
Hoy, nos reunimos en una antigua sala de conferencias, en algún lugar de los sótanos de un edificio abandonado. La luz es tenue, y el aire es pesado, casi sofocante. Sasha, Dante, Renée y yo estamos allí, cada uno con su propia carga sobre los hombros. El plan debe ejecutarse con una precisión milimétrica, de lo contrario, todo se desmoronará.
AdrianDante es el primero en romper el silencio.— Renée, si lo que dices es cierto, entonces todavía tienes un pie en los dos mundos. ¿Cómo podemos saber que no estás jugando un doble juego? Eres un miembro importante de los Vassili. Podrías traicionarnos en cualquier momento.Renée no se inmuta. Está tranquila, casi demasiado tranquila. Sabe que Dante, con su experiencia, no toma nada al pie de la letra. Pero tiene un as bajo la manga: conoce las debilidades de los Vassili mejor que nadie.— No tienen opción, Dante —responde con una voz fría y cortante—. Si quieren ganar, deben aceptar este riesgo. Saben que el ataque debe ser repentino y decisivo. Es su única oportunidad. Y si me dejan actuar, les abriré puertas que ni siquiera pueden imaginar.Me enderezo en mi silla, sintiendo cómo la calidez de la irritación se apodera de mí. La guerra que se avecina, esta guerra contra los Vassili, es más compleja de lo que había anticipado. Renée tiene razón, no tenemos mucho tiempo. Pero, ¿r
SashaAdrian está a unos pasos de mí, tan silencioso como la sombra que lo rodea. Puedo sentir la tensión que emana de él. Está más nervioso de lo que quiere admitir, más frágil de lo que parece. Pero sé que no me lo mostrará. No es su estilo. Prefiere cargar con todo el peso del mundo sobre sus hombros que mostrar la más mínima fisura.Finalmente me giro hacia él, mi corazón latiendo más fuerte de lo habitual. La guerra que se aproxima no es solo una batalla entre lobos y vampiros. Es una guerra interna, una lucha por nuestras almas, por nuestra humanidad. Y a través de todo esto, no puedo evitar pensar en él, en cómo ha cambiado mi vida, en cómo me ha arrastrado a este torbellino de pasión y dolor.— Adrian, murmuro, mi tono apenas audible, como una confesión frágil. ¿De verdad piensas que esta es la única solución?Él gira la cabeza, sus ojos oscuros fijos en mí, buscando quizás una verdad que él mismo ignora. Hay un destello de duda en su mirada, pero también una determinación que
SashaLas horas se estiran en un silencio pesado, casi sofocante. La noche es negra como el carbón, la oscuridad no dejando filtrar nada, ni la luz de las estrellas ni la de la luna. Es una noche que parece suspendida en el tiempo, un último suspiro antes de la tormenta. Y, sin embargo, no consigo encontrar el sueño. Cada pensamiento me lleva a la misma pregunta: ¿estoy lista para sacrificar lo que queda de mi dignidad, de mi humanidad, por esta guerra?La guerra que se aproxima, que se dibuja en nuestros rostros como un velo de sombra, no es solo una cuestión de supervivencia. Es una cuestión de perderlo todo. O ganar todo. La frontera entre ambos es tan fina como un hilo de seda, y no sé de qué lado me encuentro.Miro a Adrian. Él está tumbado en el sofá, su mirada perdida en el vacío. Su silueta está aún más marcada por el cansancio que hace un rato, y sus rasgos están tensos. Parece absorto en sus pensamientos, pero sé que me siente. Me siente observar cada movimiento, cada gesto,
AdrianLa luz del día comienza a asomar en el horizonte, pero su brillo no es suficiente para disipar la sombra que pesa sobre mí. Cada rayo de sol que atraviesa la habitación me recuerda que estamos a punto de tomar decisiones que definirán nuestro futuro. Y no hay vuelta atrás. Cuanto más me acerco al momento en que comenzará el ataque, más me inunda la realidad de esta elección. Puedo sentir los pesos de la duda y la culpa apilándose sobre mis hombros.Soy un hombre roto, un hombre que ha vendido su alma para obtener lo que quería. Todo lo que he logrado, todo lo que me he convertido, solo ha servido para hacerme más decidido a no perder lo que he construido. Pero hoy, ya no son mis ambiciones personales las que importan. Es ella. Es Sasha.Giro la cabeza hacia ella, la silueta grácil y silenciosa que se encuentra cerca de la ventana, con la mirada fija en el exterior. Parece lista para todo, dispuesta a enfrentar este mundo de violencia y traiciones, pero sé que, en el fondo, está
SashaEl aire de la noche es pesado, casi sofocante. Cada aliento que tomo parece cargado de una anticipación eléctrica, como si la tierra misma se estuviera preparando para la explosión que pronto sacudirá este mundo. La guerra se acerca, y todo lo que he conocido, todo lo que he amado, todo lo que he temido, está a punto de chocar con una realidad mucho más violenta y oscura. La batalla en la que vamos a participar no es solo una lucha entre clanes, entre lobo y vampiro. Es la confrontación entre el amor y el poder, entre la lealtad y la traición, entre la vida y la muerte.Estoy de pie en el vestíbulo de la casa, observando la noche que se extiende ante nosotros, más allá de las puertas abiertas. La luz de las antorchas proyecta un brillo tembloroso sobre las paredes, proyectando sombras danzantes, como espectros del pasado que regresan para atormentarnos. Todo está en calma, demasiado en calma. El viento susurra suavemente, como un murmullo que viene del más allá, pero en el fondo
SashaLa niebla se extiende sobre la ciudad como una mortuoria manta, sofocando toda luz. La oscuridad nos rodea, pero nuestros pasos resuenan sobre los adoquines húmedos, rompiendo el silencio mortal que reina antes de la tormenta. Avanzamos lentamente, mis sentidos alerta, cada movimiento minuciosamente calculado, cada respiración medida. Adrian camina a mi lado, su rostro tan impasible como una estatua, pero sé que siente la misma tensión que yo, esa presión que pesa sobre nuestros hombros como una carga insoportable.Las calles de la ciudad parecen desiertas, pero sé que es una ilusión. El enemigo está allí, escondido en las sombras, esperando su momento. Y yo, estoy lista. Lista para enfrentarme, lista para sacrificar todo lo que tengo para que nuestra visión se realice. Porque en el fondo de mí, sé que esta guerra no es solo una cuestión de poder. Es una guerra por el futuro, por nuestro derecho a vivir juntos, sin tener que huir constantemente, sin tener que escondernos. Pero m
SashaLa tierra tiembla bajo nuestros pies mientras la batalla arde a nuestro alrededor, un torbellino de violencia, furia y sangre. El ruido de los cuerpos golpeando el suelo, los aullidos de las criaturas heridas, todo se mezcla en una sinfonía macabra que parece no tener fin. Pero en medio del caos, un solo pensamiento se impone en mi mente, tan nítido como la hoja de un cuchillo: debemos ganar. No importa los sacrificios, no importa lo que cueste. Debemos ganar, porque todo lo que hemos construido podría desmoronarse en un instante si fracasamos.Adrian está a mi lado, inflexible, una bestia enfurecida en su combate. Sus ojos oscuros, llenos de una determinación feroz, están fijos en sus enemigos, y puedo ver la rabia que lo habita. Lucha con una precisión casi sobrenatural, un movimiento fluido, rápido, casi hipnótico. Pero no es lo único que me doy cuenta. También está el miedo, oculto en el fondo de sus pupilas. No el miedo a morir, sino el miedo a perder. A perder todo lo que
SashaLa bruma del veneno se ha disuelto, pero una nueva forma de fatiga me invade ahora, más profunda, más tenaz. Cada respiración es una lucha, cada latido del corazón un recordatorio de la fragilidad de nuestra existencia. Sin embargo, estoy de pie, al lado de Adrian y Dante, mientras enfrentamos la última ola de nuestros enemigos. La tensión que flota en el aire es palpable, como una espada lista para cortar.Nuestros pasos resuenan sobre el suelo húmedo, y avanzamos en esta arena de muerte y destrucción, donde solo los más fuertes sobreviven. La batalla que rugía a nuestro alrededor se desvanece poco a poco. Los vampiros, los mercenarios, los traidores, todos están muertos o huyendo. Sin embargo, esta victoria tiene un sabor amargo, porque la verdadera lucha aún está por delante: la lucha por el poder, la lucha por el control de lo que queda del territorio, de la familia, de la vida. Y todo esto tiene un precio.Adrian aprieta los puños a mi lado, su mirada fija en el vacío, en e