Sasha
Adrian está a unos pasos de mí, tan silencioso como la sombra que lo rodea. Puedo sentir la tensión que emana de él. Está más nervioso de lo que quiere admitir, más frágil de lo que parece. Pero sé que no me lo mostrará. No es su estilo. Prefiere cargar con todo el peso del mundo sobre sus hombros que mostrar la más mínima fisura.
Finalmente me giro hacia él, mi corazón latiendo más fuerte de lo habitual. La guerra que se aproxima no es solo una batalla entre lobos y vampiros. Es una guerra interna, una lucha por nuestras almas, por nuestra humanidad. Y a través de todo esto, no puedo evitar pensar en él, en cómo ha cambiado mi vida, en cómo me ha arrastrado a este torbellino de pasión y dolor.
— Adrian, murmuro, mi tono apenas audible, como una confesión frágil. ¿De verdad piensas que esta es la única solución?
Él gira la cabeza, sus ojos oscuros fijos en mí, buscando quizás una verdad que él mismo ignora. Hay un destello de duda en su mirada, pero también una determinación que no me deja descansar. Está dispuesto a todo para ganar, incluso si eso significa sacrificarse.
— No lo sé, responde lentamente, su voz áspera. Pero lo que sé es que no tenemos elección. Los Vassili no nos dejarán en paz, Sasha. Y si no tomamos el control ahora, seremos destruidos. Tú, yo, todo lo que tenemos… todo lo que somos. No dudarán en aplastarnos. Renée es nuestra única oportunidad, aunque la odie. Pero ella sabe cómo piensan los Vassili. Puede ofrecernos una apertura.
Me acerco a él, mi corazón latiendo con fuerza. Lo entiendo, más que nunca. Sé que no es un hombre que confíe fácilmente, y mucho menos en aliados tan dudosos como Renée. Pero la situación es mucho más compleja que eso. Una guerra como esta no se gana solo con armas. Se gana con sacrificios, alianzas y mentiras. Todo es saber cuáles son las correctas.
— Lo sé, digo con voz tranquila. Pero estoy… estoy preocupada. No solo por ti. Por todos nosotros. Lo que estamos haciendo va a cambiar algo, y no solo afuera. También adentro. Cuando esta guerra termine, ¿qué quedará de nosotros?
Él se acerca a mí, sus ojos buscando los míos como si buscara una respuesta que no tengo. Titubea, luego se pasa una mano por el cabello, visiblemente agotado por la situación.
— No lo sé, Sasha. No sé qué quedará. Pero sé que estoy dispuesto a hacer lo que sea para que estés a salvo. Para que este mundo, esta pesadilla que han creado, finalmente se detenga. Estoy dispuesto a perderme si es lo que se necesita.
Soy arrastrada por una ola de sentimientos contradictorios. El amor. El miedo. El dolor. Me siento a la vez tranquila y devastada por sus palabras. Él está dispuesto a todo, y yo también. Pero, ¿a qué precio?
Me acerco a él, posando una mano sobre su pecho. Él se sobresalta ligeramente, pero no retrocede. Estamos ahí, en esta habitación silenciosa, solos ante la verdad que debemos enfrentar juntos. El peso de nuestras decisiones recae sobre nosotros dos. Si fracasamos, todo se habrá acabado. Si tenemos éxito… pero, ¿cómo saber qué nos espera después?
— Lo lograremos, digo, aunque mi voz tiembla ligeramente. Juntos.
Él asiente, pero no parece convencido. Ambos sabemos que nada es seguro. La guerra, con todo lo que implica, no tiene reglas claras. Luchamos por el control, pero a veces, el control se escapa de todos, incluso de aquellos que creen tenerlo.
Me mira un instante, sus ojos buscando los míos con una intensidad que me quema. Luego toma una profunda respiración, como para llenarse de valor.
— Mañana, todo cambia, dice, su voz llena de determinación. Pero pase lo que pase, sigues siendo mi prioridad, Sasha. Haré todo lo posible por protegerte. No importa el precio.
No sé por qué, pero esas palabras, aunque cargadas de promesas y fuertes advertencias, me dan cierto consuelo. Me siento lista para enfrentar la tormenta a su lado. Juntos hemos atravesado lo imposible, y juntos atravesaremos lo que viene.
Pero mientras le prometo seguirlo, sé que no hay ninguna certeza en este mundo. No sabemos lo que el futuro nos depara. Quizás mañana, todo estará roto. Quizás será el fin de todo lo que conocemos. Pero quizás también… quizás haya una oportunidad de ganar.
Mañana, la guerra comienza. Pero por ahora, estamos aquí, juntos. Y eso es todo lo que importa.
El plan está en marcha. El ataque a los Vassili se lanzará a la medianoche. El momento de la verdad se acerca, y con él, lo desconocido. El precio de la alianza con Renée, de nuestra decisión de luchar a toda costa, solo se conocerá en unas pocas horas.
SashaLas horas se estiran en un silencio pesado, casi sofocante. La noche es negra como el carbón, la oscuridad no dejando filtrar nada, ni la luz de las estrellas ni la de la luna. Es una noche que parece suspendida en el tiempo, un último suspiro antes de la tormenta. Y, sin embargo, no consigo encontrar el sueño. Cada pensamiento me lleva a la misma pregunta: ¿estoy lista para sacrificar lo que queda de mi dignidad, de mi humanidad, por esta guerra?La guerra que se aproxima, que se dibuja en nuestros rostros como un velo de sombra, no es solo una cuestión de supervivencia. Es una cuestión de perderlo todo. O ganar todo. La frontera entre ambos es tan fina como un hilo de seda, y no sé de qué lado me encuentro.Miro a Adrian. Él está tumbado en el sofá, su mirada perdida en el vacío. Su silueta está aún más marcada por el cansancio que hace un rato, y sus rasgos están tensos. Parece absorto en sus pensamientos, pero sé que me siente. Me siente observar cada movimiento, cada gesto,
AdrianLa luz del día comienza a asomar en el horizonte, pero su brillo no es suficiente para disipar la sombra que pesa sobre mí. Cada rayo de sol que atraviesa la habitación me recuerda que estamos a punto de tomar decisiones que definirán nuestro futuro. Y no hay vuelta atrás. Cuanto más me acerco al momento en que comenzará el ataque, más me inunda la realidad de esta elección. Puedo sentir los pesos de la duda y la culpa apilándose sobre mis hombros.Soy un hombre roto, un hombre que ha vendido su alma para obtener lo que quería. Todo lo que he logrado, todo lo que me he convertido, solo ha servido para hacerme más decidido a no perder lo que he construido. Pero hoy, ya no son mis ambiciones personales las que importan. Es ella. Es Sasha.Giro la cabeza hacia ella, la silueta grácil y silenciosa que se encuentra cerca de la ventana, con la mirada fija en el exterior. Parece lista para todo, dispuesta a enfrentar este mundo de violencia y traiciones, pero sé que, en el fondo, está
SashaEl aire de la noche es pesado, casi sofocante. Cada aliento que tomo parece cargado de una anticipación eléctrica, como si la tierra misma se estuviera preparando para la explosión que pronto sacudirá este mundo. La guerra se acerca, y todo lo que he conocido, todo lo que he amado, todo lo que he temido, está a punto de chocar con una realidad mucho más violenta y oscura. La batalla en la que vamos a participar no es solo una lucha entre clanes, entre lobo y vampiro. Es la confrontación entre el amor y el poder, entre la lealtad y la traición, entre la vida y la muerte.Estoy de pie en el vestíbulo de la casa, observando la noche que se extiende ante nosotros, más allá de las puertas abiertas. La luz de las antorchas proyecta un brillo tembloroso sobre las paredes, proyectando sombras danzantes, como espectros del pasado que regresan para atormentarnos. Todo está en calma, demasiado en calma. El viento susurra suavemente, como un murmullo que viene del más allá, pero en el fondo
SashaLa niebla se extiende sobre la ciudad como una mortuoria manta, sofocando toda luz. La oscuridad nos rodea, pero nuestros pasos resuenan sobre los adoquines húmedos, rompiendo el silencio mortal que reina antes de la tormenta. Avanzamos lentamente, mis sentidos alerta, cada movimiento minuciosamente calculado, cada respiración medida. Adrian camina a mi lado, su rostro tan impasible como una estatua, pero sé que siente la misma tensión que yo, esa presión que pesa sobre nuestros hombros como una carga insoportable.Las calles de la ciudad parecen desiertas, pero sé que es una ilusión. El enemigo está allí, escondido en las sombras, esperando su momento. Y yo, estoy lista. Lista para enfrentarme, lista para sacrificar todo lo que tengo para que nuestra visión se realice. Porque en el fondo de mí, sé que esta guerra no es solo una cuestión de poder. Es una guerra por el futuro, por nuestro derecho a vivir juntos, sin tener que huir constantemente, sin tener que escondernos. Pero m
SashaLa tierra tiembla bajo nuestros pies mientras la batalla arde a nuestro alrededor, un torbellino de violencia, furia y sangre. El ruido de los cuerpos golpeando el suelo, los aullidos de las criaturas heridas, todo se mezcla en una sinfonía macabra que parece no tener fin. Pero en medio del caos, un solo pensamiento se impone en mi mente, tan nítido como la hoja de un cuchillo: debemos ganar. No importa los sacrificios, no importa lo que cueste. Debemos ganar, porque todo lo que hemos construido podría desmoronarse en un instante si fracasamos.Adrian está a mi lado, inflexible, una bestia enfurecida en su combate. Sus ojos oscuros, llenos de una determinación feroz, están fijos en sus enemigos, y puedo ver la rabia que lo habita. Lucha con una precisión casi sobrenatural, un movimiento fluido, rápido, casi hipnótico. Pero no es lo único que me doy cuenta. También está el miedo, oculto en el fondo de sus pupilas. No el miedo a morir, sino el miedo a perder. A perder todo lo que
SashaLa bruma del veneno se ha disuelto, pero una nueva forma de fatiga me invade ahora, más profunda, más tenaz. Cada respiración es una lucha, cada latido del corazón un recordatorio de la fragilidad de nuestra existencia. Sin embargo, estoy de pie, al lado de Adrian y Dante, mientras enfrentamos la última ola de nuestros enemigos. La tensión que flota en el aire es palpable, como una espada lista para cortar.Nuestros pasos resuenan sobre el suelo húmedo, y avanzamos en esta arena de muerte y destrucción, donde solo los más fuertes sobreviven. La batalla que rugía a nuestro alrededor se desvanece poco a poco. Los vampiros, los mercenarios, los traidores, todos están muertos o huyendo. Sin embargo, esta victoria tiene un sabor amargo, porque la verdadera lucha aún está por delante: la lucha por el poder, la lucha por el control de lo que queda del territorio, de la familia, de la vida. Y todo esto tiene un precio.Adrian aprieta los puños a mi lado, su mirada fija en el vacío, en e
SashaLa noche ha caído, pesada y silenciosa, envolviendo la ciudad con un manto oscuro. Las luces de las calles parpadean, como estrellas muertas que intentan volver a encenderse, pero la sombra de la guerra es más fuerte, más persistente que el brillo de la esperanza. Camino en silencio al lado de Adrian y Dante, nuestro trío nuevamente unido, pero con una nueva tensión, una conciencia compartida de que todo lo que hemos construido puede desmoronarse en un instante.La guerra no ha terminado. Ni siquiera ha comenzado, en el fondo. Lo que hemos visto, lo que hemos atravesado, no ha sido más que un calentamiento, un aperitivo. El verdadero desafío comienza ahora. Las otras facciones, aquellas que se han mantenido al margen, comienzan a inquietarse. Los lobos. Los vampiros. Y otros más, jugadores ocultos en las sombras, listos para hacer lo que sea necesario para apoderarse de lo que nos pertenece.— Hay que actuar rápido —lanza Dante, rompiendo el silencio con su voz grave—. Los otros
SashaLos ecos de voces, susurros, amenazas, se entrelazan en el aire denso de la sala. Las caras a mi alrededor están marcadas por expresiones de desconfianza y cálculo, pero las veo. Veo en el fondo de los ojos enemigos, aliados igualmente frágiles, un destello de incertidumbre. Nadie está a salvo aquí. Cada palabra, cada movimiento podría ser el que sella nuestro destino. La tensión es palpable, más viva que nunca, como si la más mínima chispa pudiera incendiar la habitación y, con ella, todo lo que hemos construido. Todo lo que hemos sacrificado.Me siento extrañamente tranquila, una calma glacial que me atraviesa, como una ola negra de un mar embravecido, pero que no me ahoga. Al contrario, me impregna, me solidifica. Miro a Adrian, que se encuentra a mi lado, impasible, su mirada tan afilada como el acero. Él siempre es quien lleva la batuta. Él que me ha mostrado que no hay lugar para la duda en este mundo. Él que, con sus puños de acero, ha roto tantos sueños y ambiciones, aho