Sasha
El peso de Dante sobre mis hombros es un cruel recordatorio de todo lo que hemos perdido esta noche. Mi cuerpo grita por el esfuerzo, mis piernas tiemblan, pero me niego a flaquear. Me niego a dejarlo atrás.
— Aguanta, Dante.
Gruñe débilmente, pero siento que su respiración se ralentiza. Un escalofrío de pánico me atraviesa.
— Debemos apurarnos.
Adrian camina a mi lado, en silencio, con la mirada fija en mí. El olor a sangre lo envuelve, un llamado al que incluso él debe luchar para no sucumbir. Sin embargo, no dice nada. Avanza, listo para atacar si es necesario.
Cada paso resuena en la noche.
El enemigo aún acecha.
No tenemos el lujo de la debilidad.
Adrian
Sasha tambalea. Su espalda está rígida, su respiración entrecortada, pero se obstina. Podría cargar a Dante. Con un solo brazo, sin esfuerzo. Sin embargo, no me atrevo a insistir.
Es su orgullo, su lucha.
Lo respeto.
Pero no puedo ignorar su estado.
— Ya casi hemos llegado, digo suavemente.
Asiente con la cabeza, los mandíb