Además de los archivos en la nube, también tenía copias de seguridad en mi departamento.
Hugo actuaba tan rápido que no sabía qué iba a hacer a continuación; debía conseguir pruebas que demostraran mi inocencia. Tras pensarlo bien, decidí vestirme y volver a mi apartamento.
Cuando estaba en la escuela, los maestros siempre decían que teníamos una gran responsabilidad y que debíamos dejar un rastro de todos los documentos.
En el Grupo Castillo, tras haber sido manipulada varias veces, adquirí ese hábito. Mi viejo portátil y mi disco duro externo aún contenían materiales de aquellos años, y seguramente habría fotos con mi firma.
Cuando llegué a casa, empecé a sentirme un poco mareada. Sin embargo, la necesidad de obtener la información me impulsó a subir las escaleras.
Pero no podía imaginarme lo que encontraría: ¡mi apartamento había sido robado! Al abrir la puerta, vi la sala desordenada y varias cajas revueltas. Instintivamente saqué mi teléfono para llamar a la policía.
¡Bang! Algo p