La tarde caía lentamente sobre la ciudad, pintando el horizonte con tonos morados y anaranjados que se reflejaban en las ventanas de los edificios. El aire estaba impregnado de la humedad propia de una ciudad que parecía respirar a su propio ritmo. Clara se sentía extrañamente distante mientras conducía hacia su siguiente destino. Todo parecía demasiado quieto, demasiado en pausa, como si la calma antes de la tormenta se hubiera detenido, esperando a desatarse en cualquier momento.
Su mente seguía repitiendo las palabras de Sofía Luján: "Hay algo más grande en marcha". Aquella frase había calado hondo en su ser, como una semilla de inquietud que comenzaba a germinar. Clara sabía que había fuerzas a las que no alcanzaba a comprender del todo, pero la verdad era que cada vez sentía más la presión de estar atrapada en una red de secretos que solo se deshacían cuando se enfrentaban a la más pura oscuridad.
El coche avanzaba por las calles poco iluminadas, y Clara no podía evitar pensar en