La madrugada del día siguiente llegó silenciosa, pero el murmullo de la ciudad en crecimiento parecía resonar en los pensamientos de Isabela. Mientras observaba las luces de su oficina reflejarse en la ventana, la sensación de estar atrapada en un juego de poder sin fin la envolvía más que nunca. Aquella gala había sido más que una simple confrontación profesional. Valeria Ferrer había lanzado un desafío sutil, pero claro, y Isabela sabía que ahora las reglas del juego se habían redefinido.
Tras su encuentro en la gala, no pudo dejar de pensar en las palabras de Valeria. Esa sonrisa enigmática y la mirada desafiante no la habían dejado tranquila. Durante todo el día, las imágenes de ese momento se repetían en su mente, casi como un eco de una batalla silenciosa en la que aún no había tomado una decisión clara sobre cómo responder. Algo dentro de ella sabía que Valeria no estaba jugando a largo plazo. La joven empresaria había lanzado la primera piedra, pero había algo más en su estrat