El frío metal de las paredes del pasillo parecía envolverlos como un abrazo gélido, mientras el equipo avanzaba con cautela. Sofía lideraba la marcha, su figura encapuchada apenas visible en la penumbra de los túneles subterráneos de la corporación. Cada paso resonaba en los corredores vacíos, como un recordatorio constante de que no había vuelta atrás. Clara, con el corazón aún acelerado, intentaba calmar sus nervios, pero el peso de lo que estaba por venir la hacía sentirse como si estuviera caminando sobre una cuerda floja, a punto de caer.
El sonido de sus respiraciones entrecortadas se mezclaba con el ruido lejano de las puertas automáticas abriéndose y cerrándose, señales de que la seguridad del edificio estaba tomando conciencia de su presencia. Habían logrado entrar sin ser detectados, pero sabían que el margen de error se había reducido a casi nada. Un solo paso en falso y todo se desplomaría sobre ellos.
Sofía detuvo su marcha de repente, levantando la mano en señal de alert