La noche había caído con fuerza sobre la ciudad, cubriéndola con un manto de oscuridad que parecía aún más denso de lo habitual. Las luces titilaban débilmente desde los edificios, creando sombras largas que se alargaban en cada esquina, como si quisieran esconder los secretos más oscuros. Clara miraba por la ventana del almacén, sus pensamientos a mil por hora, mientras intentaba procesar lo que Sofía había dicho. Nada sería fácil, pero lo peor era que no tenía opción. Ella había elegido este camino, y ahora debía caminarlo hasta el final, sin importar lo que le esperara.
Sofía, Leo, César y el joven que aún no había hablado mucho, llamado Andrés, estaban reunidos alrededor de una mesa de trabajo, estudiando el mapa con detalles precisos. Las coordenadas marcadas indicaban las rutas que seguirían hacia el centro de comando, un lugar que Clara solo conocía por rumores, pero que sabía estaba protegido por capas y capas de seguridad, tanto digitales como físicas. No sería sencillo infil