52. La herida más profunda.
El bosque se cierra a nuestro alrededor, oscuro y espeso. Cada pisada en la tierra húmeda resuena en mis oídos como un disparo. Sé que nos siguen, pero no sé cuántos. No sé si Rain va a detenerse, si la duda que planté en su cabeza fue suficiente para frenarlo.
Lo que sí sé es que Natan está detrás de todo esto.
Y que no va a detenerse.
Rita se tambalea a mi lado, su respiración agitada. No está acostumbrada a correr así, a moverse en la oscuridad como lo hacemos nosotros.
No podemos seguir así mucho tiempo.
Me detengo en seco, obligándola a chocar contra mi pecho.
—¿Qué pasa? —susurra, con la voz entrecortada.
Escucho.
Silencio.
Demasiado silencio.
Mierda.
Un escalofrío me sube por la columna. Esto es una trampa.
Tomo a Rita por la cintura y la empujo detrás de un tronco caído.
—No te muevas —le susurro al oído.
Ella asiente, sus ojos oscuros clavados en los míos. Puedo sentir su miedo, su confianza, su fragilidad y su fortaleza al mismo tiempo.
Y es en ese momento, con la luna filtr