SILVANO DE SANTIS
Mi corazón latía con fuerza, ver esos ojos miel me dejaron en shock jamás se me pasó por la mente que fuera él, yo lo dejé en el aeropuerto, lo ví irse, lo ví volar, como es posible que esté acá, Anny jamás estuvo en verdadero peligro.
Él me miró con esa expresión que tantos deben haber temido en su vida.
Ojos miel. Voz tranquila. Mano firme. Y alma de verdugo. Y una sonrisa ladeada.
—Vaya, vaya… ¿Sorprendido? —dijo mientras tomaba asiento frente a mí—. Así que sí darías la vida por mi hija.
Se inclinó hacia mí, me tomó la muñeca y liberó la esposa con una llave pequeña que sacó del bolsillo de su chaqueta.
Yo seguía en shock.
Mi mente no lograba conectar todas las piezas.
—¿Pensaste que te aceptaría tan fácil, Silvano?
Me quedé en silencio.
—Tenía que estar seguro —continuó él mientras abría el botiquín y sacaba gasas, alcohol y vendas—. Debía saber si protegerías a Anny a costa de tu vida. Porque eso es lo que se necesita para estar con una De Filippi.
Hundió la ga