MARIE MORETTI
Mis pies me llevaron sin rumbo hasta un bar cualquiera acompañada de Michelle. Música alta. Luces de neón. Un olor a trago barato que me quemaba los sentidos. Justo lo que necesitaba.
No tenía energía para discutir. Y honestamente, no me importaba si su presencia era un error. En ese momento, todo en mi vida era un error.
—Te invito un trago —dijo con una sonrisa falsa.
—Hazlo doble —murmuré.
Y lo hizo.
Uno. Dos. Tres. Perdí la cuenta. El sabor del licor no me importaba, solo la sensación de entumecerme por dentro. Dejar de pensar. Dejar de doler.
Michelle hablaba, creo. Yo reía. No sé de qué. No era mi risa. No era yo.
Era un reflejo de mí misma.
Una muñeca rota buscando anestesia.
—Estás hermosa —murmuró, demasiado cerca.
Intenté apartarme. Pero el alcohol me hacía lenta, torpe.
Y entonces lo intentó.
Quiso besarme.
Aprovecharse de mi estado.
Como si estuviera a la venta. Como si pudiera reemplazar lo que perdí.
—¡No! —grité, girando el rostro con asco.
Su mano se cerr