Luego de media hora de estar escuchando los gritos de Marcos y Martín, decidimos sacarlos del ascensor. Ambos estaban bastante enojados, pero no les permitimos que se fueran donde su madre.
- No entiendo por qué no podemos ir a ver a nuestra madre – dice Martín con notable molestia.
- Porque ella está dolida con ustedes, en especial contigo Martín. Todo este tiempo vivió engañada por su esposo y por sus propios hijos.
- Yo no la quería lastimar, Lisa. Solo quería evitar que sufriera.
- ¿Y crees que ahora no está sufriendo? – este suelta un suspiro mientras se sienta en un sillón. Al verlo así, me siento a su lado y tomo su mano.
- ¿Ese era el secreto que no querías decirme? ¿Tu padre se metió con tu prometida, por eso no puedes confiar en mí, por eso no puedes amarme, ¿no es así? – mis palabras están cargadas de tristeza. Aunque no quiera, la realidad es que Martín está marcado por el dolor de la traición de Celeste y su padre. Mientras él tenga eso en su mente, nunca podrá abrir su co