—No puedes solo venir y besarme cuando quieras, estoy en una relación
Katherina fue muy clara, le costó hablar con firmeza mientras Mía la tenía acorralada; con la espalda contra la pared y presionando sus pechos contra los de ella.
Había tomado por costumbre entrar a la oficina de Katherina cuando quería.
—Pues...yo no tengo ningún problema en ser tu amante —le dijo Mía sin el mínimo decoro, besándola en el cuello.
—Pues yo nunca he querido ser tu amante, Mía—Katherina la empujó y caminó hacia su escritorio— yo quería algo serio, ¿sabes? —suspiró y se sentó—yo quería que nos conociéramos, ir con calma y tener algo bonito y duradero. Pero tú simplemente desapareciste y no podías pretender que te esperara por siempre.
Si estaba dispuesta a esperarla, siempre