CAPÍTULO 120

Katherina reconoció al hombre en la oficina de Anya. Era al mismo al que había visto en el hospital. Su rostro era muy difícil de olvidar. Se veía tan intimidante como en aquel entonces, la vio de la misma forma que lo había hecho antes.

—¿Quién es? —le preguntó a Anya que estaba casi arrinconada en una esquina, detrás de su escritorio. Parecía estar ida, dispersa.

Katherina frunció el ceño y achicó la mirada. Se acercó para poder verle las pupilas, vivía con el temor constante de que Anya recayera en su vicio y estaba teniendo un comportamiento sospechoso. Se había vuelto una experta en signos y síntomas típicos de los consumidores y de las recaídas, cada que podía buscaba información al respecto en internet, incluso había comprado un par de libros que hablaban el tema.

—No lo sé —dijo Anya después de un rato, como si volviera en sí —se sentó frente a su escritorio —ha...ha entrado por equivocación —agregó y era obvio que aquella era una mentira recién inventada —buscaba la oficina d
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