Atenea, una joven de belleza cautivadora, exhibe un rostro inocente que podría confundirse con el de un ángel; sin embargo, no te dejes engañar, ya que tras esa apariencia se oculta el mismísimo diablo en un cuerpo pequeño. Acepta la propuesta de matrimonio de Valentino Rizzo, un empresario de corazón gélido, con la obligación de salvar la casi en bancarrota fábrica de su padre. Cuando la joven rusa pisa suelo italiano, se encuentra de frente con la amante de su futuro esposo. Uno podría pensar que la frágil chica lloraría por el futuro con un prometido que tiene a otra mujer, pero... —¿Eres la mujer de mi prometido, dices? —se quita los lentes de sol, esbozando una gentil sonrisa en sus labios —. Gusto en conocerte, soy Atenea Volkova, la futura esposa de tu hombre. Perdón... nuestro hombre. En contraste, un esposo de corazón frío y firme, que constantemente le manifiesta su desprecio y frente a ella destaca su amor por su amante, queda sorprendido al descubrir un pequeño detalle que lo vincula a él y a su diminuta esposa. El amor surge, se desarrolla, se reproduce, pero en algún momento debe extinguirse, ya que Atenea Volkova no está dispuesta a entregar su corazón a ningún hombre, pues fue una promesa realizada de rodillas frente a una tumba, donde su frágil corazón quedó sepultado de por vida. ¿Podrá surgir un amor verdadero entre un corazón de hielo y otro agrietado y cerrado a los sentimientos del amor?.
Leer más***[...] Los nervios eran sus fieles compañeros en ese instante. Una tras otra, las chicas emergían de la majestuosa mansión, portando hermosos ramos en sus manos y luciendo vestidos de novia que abrazaban sus figuras con gracia.Eran casi como imágenes sacadas de un cuento de hadas. Las telas blancas exquisitas estaban adornadas con diamantes relucientes, delicadas flores y encajes sutiles. Lo que las distinguía era el estilo de cada diseño: princesa, sirena, corazón, sin mangas; todos deslumbraban con su belleza única. Eran las novias más radiantes del momento.Cinco limusinas aguardaban frente a la mansión, cada una lista para llevar a una de ellas por separado, considerando lo engorroso de sus voluminosos vestidos. Aunque se percibía nerviosismo en el aire, las sonrisas no abandonaban sus rostros. Una a una, abordaron los vehículos que partieron al instante, escoltados por un séquito de vehículos que seguían sus pasos.Cuando Holly, Loraine, Cayetana, Layla y Atenea llegaron al l
POV ATENEAMe desespero. Ha pasado una hora maldita desde que Cayetana entró al baño. Si seguimos así, nuestra despedida de soltera será solo esperando a que ella termine de arreglarse el trasero.Layla ya está lista. Se encuentra frente al espejo de la cómoda de Cayetana, retocando el labial y el rimel. Lleva puesto un vestido rojo sugerente que disimula su creciente panza, tacones bajos, el cabello suelto y un bolso. Si no se viste como perra esta noche, es principalmente por Dimitri, que la celaría hasta con su propio bebé en el vientre, y segundo, porque está embarazada y no quiere que su panza resalte tanto.Nuestra boda es en una semana, y ella quiere lucir como una diosa, deseando que el vestido le quede perfecto. Pero claro, una cosa es querer estar en forma y otra llevarlo a cabo. Es todo lo contrario a ella, porque desde que está embarazada, come como una cerda, y a veces llora cuando le digo que está gorda. Dimitri se enoja conmigo por eso. Me pide que sea más cuidadosa por
***Llegaron al apartamento a trompicones, entre besos apasionados y suspiros entrecortados. Holly se aferró a sus labios mientras él los recibía con avidez, saboreando su suavidad adictiva. El hombre se relajó al sentir su cercanía, devorándola contra la puerta, explorando su boca con la suya. Ahora que estaban juntos de nuevo, comprendió cuánto la había echado de menos, que de verdad estaba muriendo sin ella. —Clodan... —gemía ella entre besos, quitándole apresuradamente el traje y la camisa—. Quítame la ropa rápido.Ambos estaban urgidos, ansiosos por sentirse piel contra piel. Clodan se despojó de su ropa, dejando solo los pantalones, mientras ayudaba a Holly a deshacerse de su lindo vestido, dejándola solo en bragas contra la puerta. Se detuvo un momento para admirarla, pequeña y hermosa, con el rostro sonrojado de vergüenza y la piel luminosa y lechosa, invitándolo a tocarla.—Eres preciosa —le gruñó antes de volver a besarla—. No sabes cuánto he deseado esto, Holly.La levantó
***Un incómodo silencio los envolvía mientras se encontraban sentados uno frente al otro bajo el frondoso árbol del jardín principal. Holly lo miraba fijamente, mientras él apenas podía sostener su mirada. No quería perderse en esos bellos ojos de nuevo, solo para que luego ella se marchara y le dejara un vacío aún mayor en el pecho.—¿Cómo has estado? —preguntó ella.—Bien, supongo —respondió Clodan encogiéndose de hombros, esta vez atreviéndose a mirarla—. ¿Y tú? ¿Cómo ha sido tu vida?.—He estado viviendo con mi madre y mi hermana —contestó, una leve sonrisa de alivio asomando en la comisura de sus labios—. Mi madre está mejor de salud y mi hermana consiguió un buen trabajo, lo que nos ha ayudado con los tratamientos médicos.—Me alegra escuchar eso —murmuró—, pero... quiero saber cómo has estado tú desde que te fuiste.—Necesitaba tiempo para mí, para sanar. Pasaron muchas cosas en ese momento, lamento haberme ido.—No te disculpes, estabas en tu derecho. Siempre respeté tu decis
[...] —¿Estás lista? —Valentino preguntó desde atrás, rodeando la cintura de Atenea mientras ella tenía los ojos vendados.—Sí, estoy lista —respondió emocionada—. Date prisa, estoy nerviosa.—Bien, ya puedes ver —le quitó la venda, revelando ante ella una escena que la dejó sin aliento.—¡Sorpresa! —exclamaron todos al unísono.Atenea se quedó sin palabras al cruzar completamente la puerta hacia el jardín trasero de la mansión. Sus ojos se abrieron de par en par al descubrir la sorpresa que le habían preparado su familia y amigos. El jardín estaba transformado en un escenario de ensueño, con luces suaves que se entrelazaban entre las ramas de los árboles. Una larga mesa estaba adornada con manteles blancos y arreglos florales frescos, mientras que en el centro brillaba una gran fuente de chocolate rodeada de frutas exóticas y dulces tentadores.El aroma delicioso del asado a la parrilla flotaba en el aire, mezclándose con el dulce perfume de las flores. Música suave y alegre llenaba
***La sala estaba sumida en un profundo silencio, interrumpido únicamente por el constante pitido de los aparatos que monitoreaban a Atenea. Con el paso de los días, su aspecto había mejorado gradualmente; su piel ya no lucía tan pálida y los hematomas y rasguños comenzaban a desvanecerse. Aunque su mejora era notable, aún no despertaba desde hacía casi un mes desde su accidente.Valentino permanecía junto a ella, sentado en una silla, absorto en la lectura de un libro. A su lado, una mesita sostenía un florero donde reposaban las flores que él, durante todo ese tiempo, continuaba llevándole como solía hacerlo. Las cambiaba regularmente, asegurándose de mantenerlas frescas.Cada día, sin falta, la visitaba. Por las mañanas, antes de dirigirse a su trabajo en la fábrica, acudía para despedirse de ella. Durante el almuerzo, también hacía una pausa para estar a su lado, y en las horas de la noche, se quedaba en el hospital cuidándola. Le hablaba con ternura, expresándole palabras de car
***La noche abrió sus alas y Clodan salía de su jornada laboral, cada vez más tardía, buscando refugio en el trabajo para llenar el vacío que sentía. Era su único consuelo en medio de la profunda soledad que lo invadía.Estacionó su auto frente al edificio y entregó las llaves a su escolta antes de dirigirse hacia la recepción, con las manos en los bolsillos y un gesto de saludo hacia la mujer del mostrador. Continuó su camino hacia el ascensor, presionando el botón familiar que lo conduciría a su refugio habitual. Esta vez tampoco regresaría a la mansión.Su hijo probablemente estaría en el hospital con Atenea, su sobrino Dimitri en la mansión junto a Layla, quien estaba embarazada. Cayetana se había mudado a un apartamento con Alexis, y los invitados, los señores Smit y los señores Volkov, se alojaban en hoteles, esperando noticias de la mejoría de Atenea para regresar. Se sentía solo, sin compañía desde que Holly se había marchado. Nunca imaginó que su partida le afectaría tanto.
***—¿Piensas tener hijos? —preguntó Alexis, dejando a Cayetana helada mientras revisaba sus correos y comía uvas.—¿A qué viene eso? —levantó una ceja, sorprendida.—Solo tengo curiosidad —respondió él desde la cama, con su iPad en mano.—No lo he considerado —dijo Cayetana, sintiendo un nudo en la garganta.—¿Ni siquiera porque nos vamos a casar? —insistió él.—Bueno... casarse y tener hijos son cosas distintas —contestó, tratando de encontrar sus palabras.Cayetana nunca había pensado en ello de esa manera. Inicialmente, su objetivo era casarse para obtener el control de las empresas de su familia. La idea de tener hijos había sido secundaria.—Tu amiga, Layla, tendrá un bebé —le recordó Alexis, sumando más confusión a la mente de Cayetana —¿No te gustaría tener uno también? Estaba investigando sobre...—¿Quieres ser padre? —lo interrumpió ella, directa —. Dímelo sin rodeos.—Te mentiría si dijera que no —confesó él.—¿Pero...? —Cayetana esperaba una respuesta más clara.—Pero no s
***Valentino inhaló profundamente antes de entrar a la UCI, ajustándose la bata de protección que Lenox le había proporcionado. Al cruzar el umbral, una sensación de solemnidad y urgencia lo envolvió. El ambiente era silencioso, interrumpido únicamente por el suave zumbido de los equipos médicos.La sala estaba bañada en una tenue luz blanca, creando una atmósfera serena pero cargada de tensión y melancolía. A lo largo de las paredes, monitores parpadeaban con ritmos vitales, proyectando gráficos y cifras que daban testimonio de la lucha de Atenea por sobrevivir. Tubos y cables se entrelazaban en una maraña ordenada, conectando a la joven con los diferentes aparatos médicos.Valentino dirigió su mirada hacia la camilla de Atenea, donde ella yacía inmóvil, frágil y vulnerable. Su rostro pálido estaba enmarcado por mechones de cabello oscuro, mientras que los sensores y sondas adheridas a su cuerpo transmitían información vital a los monitores cercanos.A su lado, una máquina respirato