Tras haber intentado todo para convertirse en profesora planta una escuela elite, la atolondrada y un poco desordenada Susannah Gray termina aceptando el trabajo de niñera de las gemelas del jefe de su hermana, quienes parecen necesitar más que nunca de un poco de atención y cariño porque muchos dicen que su padre, el reconocido CEO Darcy Upton, perdió el corazón cuando tras un fatal accidente quedó viudo. Tratando de manejar su vida como dueño de una famosa firma de perfumería y su papel de padre soltero, poco espacio le quedaba a Darcy para el amor, pero tal parece que tampoco lo tenía para revisar los documentos que firmaba porque sus gemelas, en una completa travesura, consiguieron casarlo con su nueva niñera. ¿Qué pasará cuando ambos descubran que juego de niñas los ha convertido en marido y mujer?
Leer másDe manera nerviosa y como automática sacudió de nuevo la tela de su pantalón. En la sala de dirección y aguardando al director de la Academia Oxford ciertamente sentía que estaba repitiendo sus años escolares porque los nervios le han revuelto la panza y ahora mismo solo puede ver a todos lados nerviosa de la llegada del corpulento hombre.
Llevaba siendo maestra sustituta en aquel lugar desde hace seis meses, y esperaba que por el desempeño que tuvo, las buenas notas de sus alumnos y el hecho que habían ganado el premio Oxford de excelencia fuera contratada para el siguiente ciclo escolar, ahora que las vacaciones han llegado, como una maestra de planta.—Señorita Gray.—elevó su mirada hacia donde la asistente de dirección se encontraba—el doctor Montgomery la espera, puede pasar.Tras un suspiro se puso de pie y solo asintió. Llevaba siempre la panza revuelta y temía que en cualquier momento se desmayara o peor aun un gas se le saliera, pero no por eso perdió la serenidad en su rostro y anduvo con la mayor seguridad que podía.Eso era lo que quería, desde que estudio psicopedagogía Susannah Gray estuvo segura que quería no solo trabajar con niños, también marcar una parte de sus vidas que fuera importante y hasta trascendental para el resto de sus existencias.Amaba la idea de dejar huella en las mentes jóvenes, de crear un ambiente de compañerismo y aprendizaje, pero también de confianza y crecimiento en los menores, porque lo no se le hizo difícil definir la carrera que deseaba cursar cuando salió de secundaria, ni mucho menos darse cuenta que si bien el puesto como profesora puede ser mal pagado, en un colegio de élite como lo era la Academia Oxford las oportunidades eran ciertamente mayores.Su sonrisa encantadora se amplió mostrando su delicado hoyuelo cuando se encontró con el director. Se dieron la mano y el de manera amable la invitó a tomar asiento.—Disculpe la demora, pero ya estando en los últimos días de trabajo, las vacaciones nos pegan las sábanas—ella solo asintió—señorita Gray ¿cierto?—Así es señor, Susannah Gray. Di clases en quinto grado en este último semestre, literatura y ciencias, pero también fui responsable del grado.—Espectacular, fueron los ganadores del premio que da la academia como un incentivo para las notas de los alumnos—ella asintió con un amplia sonrisa, viendo como el director revisaba su currículo—vaya, veo que tiene mucha experiencia, pero casi siempre como maestra suplemente.—Susannah sonrió cuando la mirada estuvo sobre ella—¿Cuál cree usted que es el inconveniente para la contratación permanente de su persona?—La edad—ella fue segura, ampliando la sonrisa para el director que la detallo mejor.Era una chica bonita, pero sin duda se miraba joven. Según el currículo apenas tenía veinticinco años y tal parece que ha sido una excelente alumna porque no perdió un solo año en su preparación académica. De cuerpo delgado, cabello castaño y largo con unos ojos del mismo color que resultaban grandes, llamativos por lo calmo que parecían.—Como puede ver apenas tengo veinticinco años, he sido una alumna excelente en todos los niveles de mi preparación académica, pero la idea de que al ser joven no tendré ni la experiencia, ni la capacidad de manejar los grupos escolares ha frenado las contrataciones permanentes—el director asintió—pero al final si nadie me da la oportunidad, aunque siga sumando años, la experiencia se verá siempre limitada a ser eso. Una maestra suplemente.—Claro, claro—él suspiró viendo a la chica ante el y luego el currículo.No era exactamente el más impresionante. Hablante de tres idiomas, joven sin duda, puede ser una oportunidad de aprendizaje para moldearla a lo que se espera en la Academia Oxford, pero al mismo tiempo era una pérdida de tiempo y recursos porque ya tiene maestros de muchos años que esperan ser renovados, incluyendo la que se fue por permiso medico que se ha recuperado más que bien de su cirugía.Cuando Susannah vio como el director suspiró, cerrando el currículo de ella solo bajó la mirada apretando los puños en el regazo. Comprendía de manera clara lo que eso significaba, así que suspiró para luego pasar saliva y elevar su mirada cuando él se acomodó ante ella.—Como sabrá señorita Gray este es un espacio de educación de alta calidad—ella asintió—la Academia Oxford se encuentra actualmente entre las diez mejores escuelas del país, y por eso mismo nuestro personal académico debe ser el mejor.—Estoy de acuerdo señor.—Por desgracia y aun cuando tenga un currículo muy aceptable, no cumple con las expectativas de este lugar—mantuvo la seriedad de su rostro, aun cuando sentía que el mundo estaba derrumbándose—necesitaríamos un poco más de experiencia que meses como maestra suplente y aun cuando ha hecho un buen trabajo con el alumnado en los últimos seis meses, considero que no es suficiente ese aceptable.Claro que le vio la pena en la mirada, pero no estaba en él dar su brazo a torcer y ciertamente no es la primera vez que le dice que no a un suplemente que buscaba un contrato fijo en la academia.—Lo lamento—susurró ya sin emoción, por lo que ella solo sonrió con debilidad.—No se preocupe director, agradezco mucho el tiempo que se ha tomado para esta reunión y haber sido tomada en cuenta en el llamado para suplir una necesidad en la academia—suspiró de forma pesada, pero luego se puso de pie—creo que no hay nada más que decir, solo desearle un buen día y felices vacaciones.—Igualmente señorita—se puso de pie también estrechando su mano delicada—me quedaré con su currículo por si necesitamos nuevamente su servicio y que sabemos, quizás el próximo año las cosas sean un poco mejor.—Espero que sí, buen día.Tomó su bolso y buscó la salida de la oficina. En la sala de recepción que tenía la preciosa zona de dirección agarró el abrigo que ha colgado del perchero y sin más se despidió de la asistente, dejándole a ella su carnet de identificación de la academia con el que se despedía por completo de aquel lugar y esa posibilidad que sintió demasiado real para ser cierto. Quizás no debió ilusionarse demasiado antes de tiempo.Los tacones que usaba fueron el eco de sus pasos conforme se movía en ese piso de lujo hacia el estacionamiento. El inverno estaba llegando, por lo que ajustó el abrigo a su cuerpo buscando el auto viejo que su abuelo le heredó, cuando miró en una caseta a las dos pequeñas rubias que movían sus piernitas mientras compartían una bolsa de papitas.Sin dudarlo se acercó a ellas que al reconocerla se pusieron de pie y con rapidez la abrazaron.—Señorita Gray, ¿Cómo está?—preguntó una de las niñas.Las gemelas Upton estuvieron con ella en esos meses en la academia. Eran unas bellezas de nueve años con el cabello rubio, grandes ojos azules y encantadoras sonrisas que empiezan a perder los dientes de leche.—Estaba en una reunión con el director, ¿Qué hacen ustedes aquí? ¿Por qué están en la escuela si hace una semana ya no hay clases?—Era el último día de gimnasia—respondió Zarah tomando una papita—pero parece que papá ha olvidado la hora de salida porque el chófer no ha venido.—¿Y hace cuanto salieron?—Media hora—indicó Zoey, tomando la bolsa que le pasó su hermana—pero no se preocupe, ya no debe de tardar, Zarah le mando un mensaje, pero creo que no lo ha visto ¿verdad?Susannah miró como la rubia niña sacó un moderno celular de la cangurera en su cintura. Notó que ciertamente el mensaje no ha sido ni leído, por lo que solo volteó hacia atrás. Hacía frío, no sabe si los entrenadores están conscientes que las gemelas siguen ahí, por lo que solo negó.—Vengan, yo las llevaré a su casa—indicó con seguridad, las niñas se vieron entre si—vamos, hace frío, ya es casi mediodía y deben comer algo luego de su agitada sesión de ejercicios y llevan media hora esperando—fue firme ante ellas, pero luego se movió acomodándose de cuclillas ante los azules ojos de las chiquillas rubias—envíenle un mensaje a su padre, díganle que la profesora Susannah Gray las ha llevado a su casa, les prometo que no nos desviaremos.—¿Y si queremos McDonald’s?—preguntó Zoey con una sonrisa traviesa.—Lo dejaremos para otro día, porque ahí si su padre me va a colgar.La risa infantil fue encantadora, pero al final las gemelas fueron por sus bolsos y no dudaron en tomar cada una la mano de su bonita profesora Sunny, como le decían de cariño porque era dulce y bonita como un día soleado. Se ubicaron en el asiento trasero de un automóvil no tan bonito como su lujosa camioneta, pero no les importó, sobre todo cuando la calefacción les hizo bien a sus cuerpos un poco fríos.—¿Podemos poner música?—consultó Zoey acercándose al asiento del piloto.—Claro, ¿Qué quieren escuchar?—¡Taylor Swift!—respondieron las dos al mismo tiempo.Susannah solo negó con una amplia sonrisa, pero de inmediato buscó una playlist de la rubia cantante saliendo de la academia con las gemelas del muy famoso, muy serio y hasta un poco odioso Darcy Upton, el genio de la perfumería que se ha hecho un imperio creando olores y fragancias que transportan al mundo donde él ya no puede habitar, porque muchos dicen que perdió la felicidad cuando también perdió a su esposa en un fatal accidente.Poco supo Susannah que la enorme camioneta que ingresó luego de que ella salió era la de los Upton, donde un chófer confundido al no encontrar a las niñas en el lugar de siempre bajó de manera inmediata y fue hasta las instalaciones del lugar buscando por ellas. La desesperación tardó poco en alcanzarlo, alertando al poco personal del lugar. Las gemelas no estaban y ciertamente no era una noticia que quería darle al padre, pero al final tuvo que hacerlo.Darcy despegó sus azulados ojos de la pantalla viendo con el ceño fruncido la llamada de su chófer.—¿Qué deseas Benito?—Señor las niñas no están.—¡¿Qué?!—se puso de pie con rapidez—¿Qué demonios estás diciendo?—No están, he venido ahora mismo a la escuela y no se encuentran por ningún lado. Están vigilando las cámaras para ver que ha pasado, pero…—Voy para allá—señaló con seriedad—hay que llamar a la policía, quien sea que ha tomado a mis hijas irá ahora mismo a prisión.El hombre no dudo en colgar la llamada, tomar su abrigo y buscar la salida, cuando los mensajes empezaron a caer de manera inmediata. El ceño se frunció profundamente cuando vio lo que su hija Zarah le ha enviado, pero las cosas fueron a peor cuando clavó su mirada en la fotografía donde las dos rubias junto a una mujer castaña y de bonita sonrisa estaban.¿Quién demonios era esa mujer y que hace con sus hijas?Por el espejo, notó cómo la puerta se abrió y pronto mostró a esas dos bellezas, altas, hermosas y ya cambiando hacia esa nueva etapa, apareciendo luciendo como sus pequeñas niñas, sus siempre queridas princesas, de rosado. Claro que el estilo era más moderno y un poco más estilizado de lo que hubieran esperado cuando, dos años atrás, soñaron con ese día que al fin había llegado, donde papá y la niñera se casarían. Esa niñera se había convertido en la mami. La que iba a reuniones, la que organizaba clubes de estudios y horneaba galletas para cada amiguito que estaba de cumpleaños. La que había separado discusiones y se quedaba escuchando con los ojos cerrados a Zoey en sus nuevas composiciones, pero también había ido de la mano de Zarah a sus exposiciones de arte digital. Sunny había sido madre, y no solo de ellas, sino de esos preciosos y regordetes gemelos que liberaron suspiros femeninos apenas aparecieron, cargados por el tío Lorenzo y el abuelo Raymond. De m
Suspiró suavemente, tratando de controlar los dolores que sentía en la espalda baja. Las niñas estaban dormidas y Darcy se encontraba en una reunión virtual con unos importantes proveedores de Dubái que querían crear una colección de lujo con Upton Perfumería, que seguía liderando la lista de las empresas perfumeras más buscadas y compartidas a nivel social. La empresa había crecido con el tiempo y ya habían ampliado las oficinas tomando un piso más del mismo edificio. La colección navideña fue un éxito rotundo que consiguió poner la atención en el nombre de la empresa, en la marca como tal y, con ello, se movieron sus colecciones anteriores, volviéndose parte esencial de los coleccionistas que en redes sociales daban sus opiniones y hacían sus recomendaciones. Se pensó que el éxito no sería repetido, pero la colección de primavera apenas consiguió estar 48 horas en almacenes. Fue catalogada como la colección, a nivel mundial, con mayor éxito en el mercado. Y es
La risita de ella se soltó encantadora cuando la arrinconaron en una esquina y su boca fue tomada con mucha seguridad. Una panza pronunciada y bien puesta los separaba a los dos, pero sin duda Darcy estaba perdido en la boca de su prometida y se sintió más encendido cuando ella se elevó en puntillas para afianzarse mejor en ese profundo beso. Las pieles estaban erizadas y podían sumergirse fácilmente en la posibilidad de sucumbir al deseo. Sin embargo, por recomendación médica, habían decidido esperar hasta las treinta semanas, queriendo asegurar la vida de sus preciosos gemelos. Además, ese día tenían doble celebración. Las gemelas cumplían once años y se anunciaba el género a sus invitados y a ellos mismos. Aunque la idea de tenerlos, de saber que habían resistido, era más que emocionante y suficiente para ellos. —Ya me hacía falta besarte de esa manera, mi rayito de luz —ella solo esbozó una débil sonrisa, acariciándole las mejillas donde esa nueva barba suave
Las pequeñas revisaron el closet donde nueva ropa había ido llenando los espacios vacíos, ropa de ella, que había movido de su casa o bien había comprado en línea. Le estaban ayudando a prepararse para su cita médica, además de que luego irían a la empresa con papá para ser parte de un evento especial que habían montado en honor al mismo. Zarah recomendaba vestidos volados y llenos de brillos, mientras que Zoey, más seria y práctica, le recordaba a Sunny que debía estar cómoda en todo momento, sobre todo cuando le hicieran la ecografía para ver a sus hermanitos. Dentro del mismo closet, la castaña escuchaba la discusión con una tibia sonrisa. Las tres lucían sus batas rosadas y a juego, ya se habían quitado la mascarilla que ella misma les había hecho para el cabello y sabía bien que luego le tocaría ayudarlas con su ropa. Ese día era importante, aunque no había sido el único día cargado de mucho que vivir y emociones que sentir. El año nuevo llegó de m
Como una coordinada familia en pijama recibieron a sus invitados, pero qué gozo fue para ella ver que los suyos lucían de la misma manera, dando esa sensación de unidad más que especial. Del área de empleados salieron Lisa y sus compañeros, también con sus pijamas a juego. Ellas lucían lindos lazos rojos y ellos unos broches verdes sobre sus suéteres. Estaba claro que la encantadora Zarah había pensado en todo. La música inundó el ambiente y el sentido de celebración fue más que claro para los presentes. Corría ponche, champán y cócteles sin alcohol entre los invitados, que no eran demasiados después de todo, pero sí los correctos para hacer esa unión especial. Cómodamente acomodada en un sillón, la joven miraba la belleza de ese momento. Le encantó notar cómo su padre y Darcy conversaban cerca de la mesa de aperitivos, y es que apenas un día atrás, y en un acto que la conmovió de una manera inmensa, Darcy le ofreció un empleo mejor remunerado y con un hor
Apoyada en las manos de él, dio esos pasos cortos para salir de la habitación. Le habían indicado movilizar poco a poco el cuerpo, aunque faltaban semanas para la sanación completa, debía ir avanzando gradualmente para permitir que su cuerpo dejara el reposo. Tras soltar un suspiro, buscó la mirada de Darcy, pero no pudo evitar voltear cuando su visión periférica captó pequeñas luces. Su mirada se llenó de luz y su sonrisa fue amplia cuando vio el enorme pino decorado. Todo el salón lucía como sacado del Polo Norte o de una revista de decoración navideña de lujo. Grandes y numerosos regalos yacían en el piso, bajo el árbol, además de las luces y los típicos colores de la celebración, se combinaban flores naturales que él había comprado para ella. —¡Feliz Navidad! —la celebración de las gemelas fue inmediata cuando la encontraron. —Mis princesas, mis niñas lindas, son sin duda el mejor regalo —les dio un beso a cada una.Aunque faltaban muchas h
Último capítulo