—¿Matrimonio? ¿Casarme? —repite Valentino con incredulidad ante las palabras de su padre—. No hagas ese tipo de bromas, no es gracioso.
Su padre suspira, pellizcando con impaciencia el puente de su nariz. Luego, mira a su hijo, quien mantiene el ceño fruncido, esperando su respuesta.—No es broma —aclara—. Hoy mismo se envió la propuesta de matrimonio por escrito a los Volkova en Rusia. Te vas a casar.—¿Estás loco? —su entrecejo se hunde más—. ¿Me has llamado aquí para esta tontería? No me hagas perder el maldito tiempo.—¡Entiéndelo, Valentino, es necesario que te cases con un Volkova! —estalla, lo que provoca que su hijo se ponga en pie, llevando una mano a su barbilla, para luego mirarlo con reproche.—¿No te das cuenta de lo que dices? Estamos hablando de boda, papá, no seas ridículo —espeta.—Solo será por un año, este matrimonio será contractual —su padre también se pone de pie, acercándose a su hijo para colocarle una mano en el hombro—. ¿Podrías hacerlo?.—No. —aparta la mano de su padre con brusquedad—. No me quiero casar. Y mucho menos con una mujer a la que no conozco y a la que no amo. Olvídalo.—¿¡Es por esa mujer!? —cuestiona— ¡Ella no está a nuestro nivel social! ¡No puede ayudarnos!.—No metas a Lirio en esto —se enfurece—. Ella no tiene nada que ver. Pero, ¿sabes? Prefiero casarme con ella. Aunque no tenga lo que estás buscando, la quiero. En vez de tratar de venderme a una loca que ni conozco, busca otra solución.—¡Pero estamos a punto de colapsar en la fábrica! —se lamenta—. Esa mujer con la que estás no nos sirve en estos momentos. En cambio, si te casas con la hija menor de los Volkova, podremos salir de esta crisis. Solo será por un año, y luego se divorcian. Ese es el acuerdo. En ese lapso estaremos nuevamente al trote.—¿Quieres que soporte a esa mujer durante un año? No lo creo. No deseo tener a una mujer que voy a despreciar a mi lado. Además, Lirio estará devastada con esto.—La chica es muy hermosa, hijo —ignora sus palabras—, incluso puedes verla en las revistas para que te des cuenta que no te miento. Ella es perfecta para ti, podrás con esto. Sus padres son unos buenos amigos míos, y están dispuestos a ayudarme. Además, están interesados en el comercio de nuestra fábrica. ¡Es una gran oportunidad!Valentino cierra los ojos por unos segundos, frotándose las sienes. Su dolor de cabeza aumenta cada vez más por la presión de su padre que sigue sin retractarse de su absurda, pero muy ventajosa decisión.—No. —espeta.—Muy tarde, la propuesta de matrimonio ya fue enviada —declara su padre con firmeza—. Solo quería ayudarte a entrar en razón para que vieras el lado bueno de todo esto. Vamos a salir de nuestras deudas, y nuestra fábrica empezará a surgir de nuevo.—¿Has estado haciendo eso sin mi consentimiento? —lo mira con furia—. Será mejor que lo canceles.—Demasiado tarde para eso —masculla—. La hija menor de los Volkova estará aquí dentro de dos días. Será mejor que te comportes con ella; es una figura importante, más que esa mujer insípida que tienes a tu lado.Con eso, finaliza, dejando a su hijo en el recibidor con las manos hechas dos puños por la furia que estaba sintiendo por dentro.Lo último que pensaba hacer era "comportarse" con esa mujer como su padre le indicó. Él no quería casarse, y si se ve obligado a hacerlo, no dudará en hacer la vida de la niña rica un infierno.**En Rusia. Mansión Volkova**—¿Nos estás escuchando, Atenea? —cuestiona su madre con voz severa, mientras la chica mira sus uñas con un rostro de aburrimiento.—Ni de broma —responde por fin—. ¿Ahora puedo subir a mi recámara? Tengo mucho sueño.—¡Atenea Volkova! —se enfurece su madre—. ¡Compórtate por primera vez en tu vida! ¡Esto es algo serio!.Los gritos de su madre lo único que causan en la joven es... ¿Fastidio y flojera? Sí, justo eso. Pone los ojos en blanco y nuevamente finge escuchar a su madre, mientras su padre permanece inquieto.—Cálmate, cariño —la alienta el hombre, mientras que la mujer está roja de la furia.—¿¡No ves a tu hija!? ¡Sigue de malcriada! —se queja—. ¡Eso es porque la consientes mucho!.—Ay mamá, por favor, deja la paranoia —hace una mueca—. ¿Por qué mejor no sigues con tu sermón para que así ya me pueda ir?.—Bien —respira, volviendo a mantener la calma—. En dos días estarás en Italia. Te vas a casar con el hijo de Clodan Rizzo. Solo es un contrato de un año, luego de eso se divorcian.—Ajá —suspira—. Ya me dijiste el chiste, ahora prosigue con lo importante que tienes que decirme.—¡Atenea! —vuelve a estallar, haciendo parpadear a la chica. Reprime una sonrisa divertida, pero luego al ver a su padre, quien se pone serio, se retracta.—Hija, tu madre habla en serio —agrega su padre, con un tono más calmado y dulce—. Justo nos llegó la propuesta de matrimonio por escrito de Valentino Rizzo. Es un matrimonio político, donde ambas familias se verán beneficiadas. Nosotros ayudaremos a recuperar su fábrica que está a punto de colapsar, y ellos nos brindan el apoyo comercial para poder distribuir nuestros productos desde Italia.—¿Quieres decir que yo tengo que ser el puente de los Rizzo y al mismo tiempo el de ustedes para beneficios económicos? —alza una ceja, obviamente en total desacuerdo—. ¡No quiero estar casada con un bastardo que no conozco!.—Solo será por un tiempo determinado —continúa su padre—. También es una oportunidad para ti, para que por fin sientes cabeza. Además, le debo mucho a los Rizzo, ellos también me brindaron su apoyo en su momento.—Atenea —su madre también le habla—, ¿piensas pasarte toda la vida de fiesta en fiesta y gastando dinero?.—Estamos podridos en ello —se encoge de hombros.—Ese no es el punto. Tienes que comportarte como tal. Solo te la pasas de escándalo en escándalo y haciendo travesuras.—¿Yo? —abre sus ojos de par en par, ofendida.—¿Y lo del incendio en la casa del presidente?.—Ese viejo quería tocarme.—¿Y el video que subiste a las redes sociales de tu ex con tres mujeres casadas en su cama?.—Por patán.—¿Y la golpiza que le diste al novio de tu mejor amiga?.—Le puso los cuernos.—¿Y el día que tuvimos que irte a buscar a la comisaría por robo de alcohol en un bar de mala muerte?.—El dueño quería verme las tetas. Se lo merecía.—¿Los dos hombres que compraste en una subasta?.—Estaban bien guapos.—Y muchas más que ahora no quiero mencionar. ¿Te parece poco? Es hora de que te formalices y te comportes como una señorita decente.—Lo de señorita lo dudo, porque hace rato...—Sin detalles —le corta—. El punto es que no tienes opción. O tomas este matrimonio y reflexionas, o me veré obligada a encerrarte en un convento para que te eduquen como se debe.—Prefiero el convento.—¡Suficiente!—suspira con frustración —. Atenea, no está en discusión. La propuesta ya está en nuestras manos, y ya está firmada. Estás en edad de casarte, así que no se discute más del asunto.—¿Edad de casarme a los veinte? —la mira expectante —¿Acaso te casaste con papá a los quince?.—No puedo con esto —se lamenta la mujer —. Bernardo, dile algo a esa niña.—¡Ya estoy en casa, familia! —las puertas del estudio se abren de golpe, revelando la entrada triunfal de la hija mayor de los Volkova.—¿Dónde quedaron tus modales? —su madre la mira con el ceño fruncido.—¿Qué pasa? ¿Comieron limón? Tienen unas caras que ni para qué les digo. —toma asiento al lado de su hermana menor— ¿Qué les hiciste esta vez, Atenea?—Quieren casarme con un loco. —masculla la chica.Cayetana mira a su hermana por unos segundos antes de soltar una estruendosa carcajada. Sus padres la observan cansados de lidiar con la misma situación.—Dejen de bromear así, ya estoy grande para eso. —termina de limpiar una lágrima que salió por el rabillo de su ojo de tanto reírse.—No es broma. —aclara su padre.—¿En serio, Ate? —voltea a ver a su hermana con cara de sorpresa— ¿Quién es ese pobre hombre? Vamos papá, mamá, no le hagan ese daño a un hijo ajeno, ¿qué mal les ha hecho? Debe ser grave.—Habla la que se quiere follar a uno de sus empleados. —espeta la chica con los ojos entrecerrados.—¿Cómo? —sus padres reaccionan ante la confesión.—¡No le crean! —chilla roja de vergüenza— ¡Saben que es una problemática y no quiere aceptar su responsabilidad!—¿Responsabilidad? ¿Por qué diablos tengo que aguantar a un tipo que quién sabe si lo tiene chiquito? —cuestiona con los brazos cruzados— Es lo peor que me podría pasar en toda mi vida.Sus padres y hermana se quedan con la boca abierta, mirándola fijamente por sus tan descabelladas palabras. Pensaban que le preocuparía el tipo de hombre, o que estaría en un matrimonio por un año que le impediría hacer muchas cosas un poco descontroladas que ella frecuenta hacer, pero... ¿el tamaño de la longitud es lo que le preocupa en un momento como ese? Debe faltarle un tornillo para solo pensar en eso.—¿Qué? —ella los mira a todos con cara de inocencia.—No lo puedo creer —su madre se tapa el rostro con una mano.—Esto es una mala idea —su hermana aparta la cara.—Tienes que ir a un psicólogo, hija —agrega su padre.—No me miren así, ni crean que voy a tocar la cama de ese tipo para luego dudar de mi propia existencia si lo que digo es verdad —hace un mohín de manera despreocupada— ¿Y qué tal si termina siendo virgen?.—¡Atenea! —todos la gritan al unísono, logrando que la chica se encoja en su asiento refunfuñando.Atenea Volkova, el pequeño diablillo de la familia Volkov. Una joven de veinte años, mimada y caprichosa. Siempre obtiene lo que quiere y no se somete a ningún tipo de reglas, ya que ella misma crea las suyas.¿Qué pasará cuando conozca a su futuro esposo? No lo sabe, pero lo que sí sabe es que no le importa. Aparenta seguir las reglas establecidas, pero si te descuidas, podría ponerte una correa en el cuello y tenerte a su merced bajo sus tacones de niña rica.Cuidado, no confíes en el ángel.***—¿Qué me estás diciendo? —los ojos de la castaña se abren sorpresivamente ante las palabras de su amado— ¿Te vas a casar y me lo dices como si nada?.—Escúchame, Lirio —la sujeta de los hombros, mirándola a los ojos— esta fue la decisión de mi padre para salvar la fábrica, solo será por un año.Ella sacude la cabeza, negándose a aceptarlo. Ha pasado un año desde que Lirio ha estado junto a Valentino, brindándole apoyo tras la pérdida de su madre. Ha soportado mucho para que ahora la releguen a un segundo plano. Lirio pensaba que sería ella quien llegaría al altar en un vestido de novia para ser su esposa, pero la propuesta nunca llegó por parte de él.—No lo acepto, Valentino —sus lágrimas se deslizan por sus mejillas, una táctica que siempre funciona con él— ¿Qué hay de nosotros? ¿Ya no me quieres?.—Claro que te quiero —le seca las lágrimas que humedecen sus mejillas—. Pero, Lirio, es algo que tengo que hacer. Mi padre ha tomado la decisión, y la propuesta ya ha sido enviada. Necesito que lo entiendas.—¿Qué quieres que entienda? —se aleja de él abruptamente— ¿Que te vas a casar con otra? ¿Que vas a pasar un año entero a su lado mientras que yo tengo que esperar como tonta?.—Te juro que no la tocaré —promete, acercándose de nuevo. Ella le da la espalda sin dejar de llorar—. Lirio, por favor, cuando el plazo termine, ella y yo nos vamos a divorciar —se acerca por su espalda y la abraza—. Luego te daré ese lugar a ti, como mi esposa.—¿Lo dices en serio? —gimotea, con voz dulce y frágil— Tienes que prometerlo.—Te lo prometo —asegura, dejando un beso en su mejilla—. Solo espérame, Lirio.Atenea suspiró aburrida ante las recomendaciones de sus padres mientras la despedían en el aeropuerto. Le recordaron la importancia de ser educada, evitar la grosería y mantener la compostura propia de una Volkova.—Ate —su hermana se acercó disimuladamente para susurrarle algo al oído —metí todos tus juguetes favoritos y algunos preservativos, por si acaso —le dijo —si tu esposo no cumple, me llamas; allá tengo muchos amigos italianos, ¿de acuerdo?—¡Eres la mejor, hermana! —la abrazó disimulando mientras sus padres las miraban con recelo —¿Las correas también están ahí? —le preguntó en un susurro.—Por supuesto —se separó sonriente —todas tus prendas favoritas también.—No se hagan las tontas, sé de qué están hablando —interrumpió su madre —Ya te lo dije, Atenea, debes...—Sí, mamá, ya te escuché —rodó los ojos —ser educada, no armar escándalos y toda esa tontería de ser una noble respetable.—Escucha a tu madre, Ate —su padre se acercó y la abrazó —Cuídate y, por favor, te lo ruego
—Definitivamente nos vamos a largar de regreso, Atenea —su amiga la mira mientras los hombres colocan el equipaje en la habitación— ¿Quieres seguir con esto? Mira a esa mujer de hace un momento, ¿Es su mujer? Por el amor de Dios.—Vamos, Layla, me duele la cabeza —se queja haciendo una mueca— ¿Qué más puedo hacer? El contrato entre las familias ya se ha firmado. Solo quiero poner fin a todo este tormento de una vez por todas.—¿Vas a soportar a esa mujer de hace un momento? Estoy segura de que ese tal Valentín o Valentino, como se llame, está haciendo todo esto a propósito.—Me tiene sin cuidado —se encoge de hombros.—¿Por qué lo tomas tan fácil? ¿No te importa en absoluto que tenga otra mujer?.—Oye, ¿Por qué debería importarme un completo extraño? Eso no es asunto mío; ella seguramente fue su novia antes de que yo llegara —se frota las sienes con frustración—. Además, es mejor para mí que haya otra mujer para que le caliente la cama, porque por mi parte no recibirá ese tipo de aten
***Han transcurrido varios días desde que Atenea y Valentino se conocieron. Aunque los preparativos de la boda están en marcha, los novios apenas se cruzan. Mientras Valentino se sumerge en el trabajo en la fábrica y ocasionalmente visita a Lirio en su apartamento, Atenea intenta adaptarse a su nueva vida en la mansión.Afortunadamente, no se siente sola; su amiga la visita con regularidad, salen de compras, cuenta con una niñera y algunos subordinados a su disposición. La soledad y el desconcierto son cada vez más llevaderos para ella.Valentino, por las noches, se encierra en su habitación, evitando bajar al comedor para cenar con su prometida. En las mañanas, se va sin desayunar, creando una rutina monótona. Sin embargo, Atenea, aparentemente ignorando su presencia, mantiene contacto con su familia y amigos, dedicando la mayor parte de su tiempo fuera. Pareciera que ambos evitan enfrentarse después de su último desencuentro. —Espero que te hayas adaptado bien aquí, Atenea —coment
A la mañana siguiente, Atenea, hastiada de la rutina monótona en la mansión donde pasaba la mayoría del tiempo sola, decidió invitar a su amiga para compartir un refresco en la sala y conversar.Mientras Layla estaba absorta en su teléfono, deslizando el dedo por la pantalla, Atenea se dedicaba a limarse las uñas con calma, observando de vez en cuando a su amiga que parecía más interesada en chatear que en prestarle atención. Sin embargo, Atenea finalmente rompió el silencio.—Anoche tuve una discusión con Valentino —le confió, y enseguida Layla levantó la mirada —nuevamente por esa mujer llamada Lirio —soltó un suspiro de desinterés.—¿Ese tipo no se cansa? —exclamó Layla con descontento —¿Cuál es el problema? Es solo un matrimonio por contrato; nadie le está impidiendo que mantenga a esa mujer con él.—Es porque su padre le hizo un reclamo, ya que no quería concederme el lugar que me corresponde en esta mansión —Atenea bostezó, luego miró a su amiga —¿Crees que debería haber cancela
Las zancadas largas de Valentino, quien estaba hecho una furia, se dirigieron hacia la piscina donde Atenea tomaba el sol con su amiga. Al llegar, él presenciaba a un hombre masajeando deliberadamente el cuerpo de su prometida, quien seguía con la cabeza apoyada en la tumbona, recibiendo el sol y el masaje que la relajaba.Atenea sabía que Valentino la observaba desde lejos, probablemente con ojos destilando fuego; sin embargo, no se inmutó y el hombre continuaba masajeándola hasta que ella le diera la orden de detenerse. Esto enfureció aún más a Valentino al ser ignorado.—¡Atenea! —exclamó él con voz embravecida, dirigiéndose hacia ella—, ¿qué crees que es este comportamiento dentro de mi mansión? —le reclamó plantado frente a ella, tapándole el sol que iluminaba su cara.—Por favor, Valentino, hazte a un lado, me estás cubriendo el sol —dijo ella calmadamente—. ¿Por qué gritas tanto? Solo sirves para hacer escándalo. Pensé que estabas descansando con tu amante.—Lo haces a propósit
Valentino condujo a Lirio a su habitación, donde la hizo sentarse en el sofá y la ayudó a secarse. Sin embargo, su mente estaba lejos, consternado por la joven rebelde que se atrevió a levantarle la mano. Experimentaba una mezcla de rabia y desconcierto hacia ella, su profundo odio creciendo por su comportamiento. No estaba dispuesto a someterse a su prometida, incluso siendo la benefactora para salvar la fábrica.—¿Ves lo que me hicieron? Por poco me ahogo, sabes que no sé nadar —se quejó Lirio, sacando a Valentino de sus pensamientos.—¿Qué demonios fuiste a hacer allí? —le reclamó él, sorprendiéndola—. Quería resolver este problema por mí mismo, pero con tu presencia todo se complicó aún más. Mi padre seguramente se quejará, ya tengo suficiente con esa mujer que me saca de las casillas.—¿Ahora yo tengo la culpa? —ella lo miró con ojos llorosos—. Esa mujer fue capaz de golpearte, ¿querías que simplemente me quedara de brazos cruzados?.—Lo que quiero es que te mantengas alejada de
Lirio Moretti reflexionaba mientras se dirigía a casa en taxi. Había hecho todo lo posible por mantenerse al lado de Valentino, esforzándose por no resultar una molestia. Sin embargo, desde ayer, notó un comportamiento extraño que no lograba descifrar. Todo comenzó con la llegada de Atenea. En la mente de Lirio, no consideraba que Valentino pudiera estar atraído por ella; más bien, creía que su actitud distante y apática se debían a la frustración por su negativa a casarse, algo que ya percibía antes de la llegada de Atenea.Valentino solía encerrarse en su estudio de pintura, dedicando largas horas a un misterioso dibujo que Lirio ansiaba ver de cerca, pero él no se lo permitía. Aunque ese no era el único motivo, contribuía al distanciamiento actual. A pesar de sus esfuerzos por sobrellevar la situación, todo se complicó aún más con la noticia de la supuesta unión con una Volkova.—Abuela, ya estoy en casa —anunció al llegar tras un trayecto de media hora—. ¿Abuela?.—Lirio —su abuel
Valentino realizó algunos retoques en su cuadro, aunque aún tenía mucho trabajo pendiente. Su meticulosidad y dedicación a cada detalle de sus obras reflejaban su profundo amor por la pintura y el arte. En sus momentos libres, se liberaba del estrés pintando cuadros, llevando su imaginación al máximo esplendor en el lienzo.Al quitarse los lentes y dejarlos en el escritorio junto a sus herramientas artísticas, se deshizo del delantal y se calzó las pantuflas antes de dirigirse a la habitación de su insoportable prometida. A pesar de todo, consideraba que firmar un acuerdo entre ambos no era descabellado, ya que le convenía tenerla a cierta distancia y evitar consumar ese matrimonio no deseado.Salió de su estudio y cerró la puerta con llave, protegiendo su espacio como si fuera un tesoro personal.Pasó media hora desde que Atenea se marchó después de informarle sobre el documento. Valentino se desplazó por los pasillos hasta llegar a la puerta de la habitación de su prometida. Tras to