***La noche abrió sus alas y Clodan salía de su jornada laboral, cada vez más tardía, buscando refugio en el trabajo para llenar el vacío que sentía. Era su único consuelo en medio de la profunda soledad que lo invadía.Estacionó su auto frente al edificio y entregó las llaves a su escolta antes de dirigirse hacia la recepción, con las manos en los bolsillos y un gesto de saludo hacia la mujer del mostrador. Continuó su camino hacia el ascensor, presionando el botón familiar que lo conduciría a su refugio habitual. Esta vez tampoco regresaría a la mansión.Su hijo probablemente estaría en el hospital con Atenea, su sobrino Dimitri en la mansión junto a Layla, quien estaba embarazada. Cayetana se había mudado a un apartamento con Alexis, y los invitados, los señores Smit y los señores Volkov, se alojaban en hoteles, esperando noticias de la mejoría de Atenea para regresar. Se sentía solo, sin compañía desde que Holly se había marchado. Nunca imaginó que su partida le afectaría tanto.
***La sala estaba sumida en un profundo silencio, interrumpido únicamente por el constante pitido de los aparatos que monitoreaban a Atenea. Con el paso de los días, su aspecto había mejorado gradualmente; su piel ya no lucía tan pálida y los hematomas y rasguños comenzaban a desvanecerse. Aunque su mejora era notable, aún no despertaba desde hacía casi un mes desde su accidente.Valentino permanecía junto a ella, sentado en una silla, absorto en la lectura de un libro. A su lado, una mesita sostenía un florero donde reposaban las flores que él, durante todo ese tiempo, continuaba llevándole como solía hacerlo. Las cambiaba regularmente, asegurándose de mantenerlas frescas.Cada día, sin falta, la visitaba. Por las mañanas, antes de dirigirse a su trabajo en la fábrica, acudía para despedirse de ella. Durante el almuerzo, también hacía una pausa para estar a su lado, y en las horas de la noche, se quedaba en el hospital cuidándola. Le hablaba con ternura, expresándole palabras de car
[...] —¿Estás lista? —Valentino preguntó desde atrás, rodeando la cintura de Atenea mientras ella tenía los ojos vendados.—Sí, estoy lista —respondió emocionada—. Date prisa, estoy nerviosa.—Bien, ya puedes ver —le quitó la venda, revelando ante ella una escena que la dejó sin aliento.—¡Sorpresa! —exclamaron todos al unísono.Atenea se quedó sin palabras al cruzar completamente la puerta hacia el jardín trasero de la mansión. Sus ojos se abrieron de par en par al descubrir la sorpresa que le habían preparado su familia y amigos. El jardín estaba transformado en un escenario de ensueño, con luces suaves que se entrelazaban entre las ramas de los árboles. Una larga mesa estaba adornada con manteles blancos y arreglos florales frescos, mientras que en el centro brillaba una gran fuente de chocolate rodeada de frutas exóticas y dulces tentadores.El aroma delicioso del asado a la parrilla flotaba en el aire, mezclándose con el dulce perfume de las flores. Música suave y alegre llenaba
***Un incómodo silencio los envolvía mientras se encontraban sentados uno frente al otro bajo el frondoso árbol del jardín principal. Holly lo miraba fijamente, mientras él apenas podía sostener su mirada. No quería perderse en esos bellos ojos de nuevo, solo para que luego ella se marchara y le dejara un vacío aún mayor en el pecho.—¿Cómo has estado? —preguntó ella.—Bien, supongo —respondió Clodan encogiéndose de hombros, esta vez atreviéndose a mirarla—. ¿Y tú? ¿Cómo ha sido tu vida?.—He estado viviendo con mi madre y mi hermana —contestó, una leve sonrisa de alivio asomando en la comisura de sus labios—. Mi madre está mejor de salud y mi hermana consiguió un buen trabajo, lo que nos ha ayudado con los tratamientos médicos.—Me alegra escuchar eso —murmuró—, pero... quiero saber cómo has estado tú desde que te fuiste.—Necesitaba tiempo para mí, para sanar. Pasaron muchas cosas en ese momento, lamento haberme ido.—No te disculpes, estabas en tu derecho. Siempre respeté tu decis
***Llegaron al apartamento a trompicones, entre besos apasionados y suspiros entrecortados. Holly se aferró a sus labios mientras él los recibía con avidez, saboreando su suavidad adictiva. El hombre se relajó al sentir su cercanía, devorándola contra la puerta, explorando su boca con la suya. Ahora que estaban juntos de nuevo, comprendió cuánto la había echado de menos, que de verdad estaba muriendo sin ella. —Clodan... —gemía ella entre besos, quitándole apresuradamente el traje y la camisa—. Quítame la ropa rápido.Ambos estaban urgidos, ansiosos por sentirse piel contra piel. Clodan se despojó de su ropa, dejando solo los pantalones, mientras ayudaba a Holly a deshacerse de su lindo vestido, dejándola solo en bragas contra la puerta. Se detuvo un momento para admirarla, pequeña y hermosa, con el rostro sonrojado de vergüenza y la piel luminosa y lechosa, invitándolo a tocarla.—Eres preciosa —le gruñó antes de volver a besarla—. No sabes cuánto he deseado esto, Holly.La levantó
POV ATENEAMe desespero. Ha pasado una hora maldita desde que Cayetana entró al baño. Si seguimos así, nuestra despedida de soltera será solo esperando a que ella termine de arreglarse el trasero.Layla ya está lista. Se encuentra frente al espejo de la cómoda de Cayetana, retocando el labial y el rimel. Lleva puesto un vestido rojo sugerente que disimula su creciente panza, tacones bajos, el cabello suelto y un bolso. Si no se viste como perra esta noche, es principalmente por Dimitri, que la celaría hasta con su propio bebé en el vientre, y segundo, porque está embarazada y no quiere que su panza resalte tanto.Nuestra boda es en una semana, y ella quiere lucir como una diosa, deseando que el vestido le quede perfecto. Pero claro, una cosa es querer estar en forma y otra llevarlo a cabo. Es todo lo contrario a ella, porque desde que está embarazada, come como una cerda, y a veces llora cuando le digo que está gorda. Dimitri se enoja conmigo por eso. Me pide que sea más cuidadosa por
***[...] Los nervios eran sus fieles compañeros en ese instante. Una tras otra, las chicas emergían de la majestuosa mansión, portando hermosos ramos en sus manos y luciendo vestidos de novia que abrazaban sus figuras con gracia.Eran casi como imágenes sacadas de un cuento de hadas. Las telas blancas exquisitas estaban adornadas con diamantes relucientes, delicadas flores y encajes sutiles. Lo que las distinguía era el estilo de cada diseño: princesa, sirena, corazón, sin mangas; todos deslumbraban con su belleza única. Eran las novias más radiantes del momento.Cinco limusinas aguardaban frente a la mansión, cada una lista para llevar a una de ellas por separado, considerando lo engorroso de sus voluminosos vestidos. Aunque se percibía nerviosismo en el aire, las sonrisas no abandonaban sus rostros. Una a una, abordaron los vehículos que partieron al instante, escoltados por un séquito de vehículos que seguían sus pasos.Cuando Holly, Loraine, Cayetana, Layla y Atenea llegaron al l
—¿Matrimonio? ¿Casarme? —repite Valentino con incredulidad ante las palabras de su padre—. No hagas ese tipo de bromas, no es gracioso.Su padre suspira, pellizcando con impaciencia el puente de su nariz. Luego, mira a su hijo, quien mantiene el ceño fruncido, esperando su respuesta.—No es broma —aclara—. Hoy mismo se envió la propuesta de matrimonio por escrito a los Volkova en Rusia. Te vas a casar.—¿Estás loco? —su entrecejo se hunde más—. ¿Me has llamado aquí para esta tontería? No me hagas perder el maldito tiempo.—¡Entiéndelo, Valentino, es necesario que te cases con un Volkova! —estalla, lo que provoca que su hijo se ponga en pie, llevando una mano a su barbilla, para luego mirarlo con reproche.—¿No te das cuenta de lo que dices? Estamos hablando de boda, papá, no seas ridículo —espeta.—Solo será por un año, este matrimonio será contractual —su padre también se pone de pie, acercándose a su hijo para colocarle una mano en el hombro—. ¿Podrías hacerlo?.—No. —aparta la mano