Capítulo 46
Un hombre solitario
El día se me hizo eterno. Estuve toda la mañana y parte de la tarde estudiando sobre Selmorra, sus costumbres, los símbolos que representaban a cada familia aliada, y lo que debía —supuestamente— aprender para ser una buena reina. Lo hacía en silencio, sin rechistar, porque no tenía otra opción. Porque cada error que cometiera podía ser usado en mi contra.
Eleni fue la que me entregó los rollos con las anotaciones, y antes de irse me dijo, casi con una sonrisa divertida:
—Ah, por cierto. Erick ordenó que no hagas nada hasta nuevo aviso. Ni entrenamientos, ni recorridos, ni clases fuera de este salón. No le agrada que te expongas demasiado.
No respondí. No hacía falta. Sentí una presión conocida en el pecho. Control. Todo giraba en torno a eso. A lo que se me permitía o no. Y aunque sabía que tal vez sus intenciones eran protegerme, una parte de mí se sentía encerrada… como un lobo en jaula.
Esa sensación no se me fue ni siquiera cuando regresé a la habi