Capitulo 129.

La luna apenas iluminaba el bosque que rodeaba la antigua fortaleza de Bravik. El aire era frío y estaba cargado de humedad. Halley observaba desde una colina, agazapada entre los matorrales. Desde ahí, tenía una vista clara de la entrada principal; la fortaleza estaba flanqueada por dos torres apenas reconstruidas. No parecían imponentes, ni siquiera la fortaleza en sí lo era.

—Cinco centinelas en la entrada, dos en cada torre —murmuró Lukyan a su lado—. Pero he visto movimiento en los niveles inferiores. Eso significa que hay al menos una patrulla haciendo rondas internas.

—¿Hay alguna forma de entrar sin ser vistos, papá? —preguntó Halley, apretando los dientes.

—Una. Por los túneles de drenaje. Viejos, sucios, pero aún accesibles. Están protegidos por un enrejado, pero no creo que sea ningún problema atravesarlos.

—Solo espero que Hugo siga allí —susurró Sergey, colocándose detrás de ellos.

Halley no respondió, se mantuvo en silencio durante unos segund