8. Sonrisas honestas.
CRISTOPHER
El sonido de mis zapatillas en la caminadora es lo único que escucho y me parece genial. Es temprano, el sol apenas entra por los ventanales del gimnasio en casa y el sudor ya me corre por la frente.
Me gusta este momento del día, aquí no hay preguntas, ni recuerdos, ni expectativas, solo yo, la velocidad, y el latido de mi corazón intentando mantenerse firme pero tengo que hacer.
Me limpio el rostro con la toalla colgada en mi cuello y bajó un poco la velocidad de la máquina, siento que por fin mi cuerpo empieza a soltarse, aunque la cabeza sigue enredada, como siempre.
—¿Y tú desde cuándo haces cardio sin parecer que te están torturando?
Mi hermano, no necesito mirarlo para saber qué está aquí y tiene esa sonrisita burlona dibujada en la cara.
—¿Qué tanto me miras? —le lanzó, sin detenerme.
—Nada, solo que... te ves diferente. Otro semblante, no sé. Más relajado.
—Vienes a molestar o vas a hacer algo útil? Ponte a hacer ejercicio.
—¡Ay, por favor! —se queja haciendo u