Un engaño, eso era lo que Riu creyó que había tras el mensaje recibido. Intentó disuadir a Lis de que fuera y ella, por supuesto, no oyó. Ni siquiera le importó que una orden de ejecución la aguardara en su patria, montó en un caballo y fue rauda hacia sus tierras mientras Riu iba a la capital de Galaea por Eriot.
Los Dumas no peleaban contra otros Dumas y ellos no habían empezado a despertarlos en Arkhamis todavía. Alertaría a Eriot y prepararían su ejército. Si Camsuq planeaba algo contra ellos, habría que adelantar los planes y enseñarle una lección.
Riu no buscaba la guerra ni una venganza en contra de los humanos, él aspiraba a una nueva forma de vivir, de gobernar y ser gobernado. Una forma más justa, tal como había visto en Karades y como estaban instaurando en Galaea. Con los Dumas teniendo un rol preponderante en el poder, el mundo sería un lugar mejor, incluso los Tarkuts serían bienvenidos, eso deseaba en un momento. Ahora, los vampiros demostraban ser una amenaza. Esperaba